Galo Yépez: ‘El deportista es de cuna noble sin recursos’

Galo Yépez, nadador ecuatoriano. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

Hace 24 años, Galo Yépez cumplió una de las mayores hazañas del deporte ecuatoriano: cruzar a nado el Canal de la Mancha, el mayor reto mundial de un nadador de aguas abiertas. Fue el primer ecuatoriano en lograrlo y se convirtió en un referente del deporte nacional.

Uno decía: hay que estar loco para realizar algo así…

Todo comenzó con un proyecto que teníamos en la cabeza desde hace un tiempo antes. Era bastante inusual que un nadador de aguas abiertas, de aguas frías, hiciera una hazaña tan significativa como cruzar el Canal de la Mancha porque lo hice a los 40 años, cerca de cumplir los 41 años.

¿Por qué decidió hacerlo?

Yo ya quería retirarme de la natación porque no había competencias de envergadura en la categoría master, pero un amigo me dijo que aún tenía condiciones y que me asociara a la Asociación de Nadadores Master del Guayas y ahí empezó la aventura. Gané la travesía Durán-Guayaquil, en el 95 y 96. Era la primera vez que un serrano ganaba a los costeños. Hicimos otra competencia y también gané con más de 45 minutos de diferencia. Cuando terminamos, pensamos en qué más hacer. Yo decía que en lo personal me gustaría hacer la travesía más famosa, del mundo, la mas grande, la mas difícil. Me dijeron por qué no el Canal de la Mancha. La idea nació en el club de Jorge Delgado.

No habrá sido fácil…

Primero debimos estructurar un proceso porque había que nadar 45 km y no tenía idea de lo que es estar consecutivamente 12 horas en aguas frías. La idea parecía fabulosa desde todo punto de vista, pero tuvimos que hacer un plan de 30 meses. Cada mes tenía que hacer una prueba de aguas abiertas y no podía fallar a ninguna. Mi querido manager, José María Chiavassa (+), era muy disciplinado. Me dijo que esta es una escalera grande: tú estás abajo y de ahí tenemos que ir subiendo peldaño tras peldaño. Pero si en el camino fallas a alguna de las 30 pruebas terminamos el proyecto. Y no fallamos.

¿Cuán radical fue el trabajo?

Llegué a hacer 12 horas continuas en el lago San Pablo. Empezamos a las 12 de la noche y terminamos a las 12 del día. Hice 10 cruces seguidos sin descansar. La familia en la embarcación me daba aliento. No durmieron. Esa fue la penúltima prueba antes de ir al Canal de la Mancha. Antes habíamos hecho otros, como la de los 45 km de Puerto López a isla de La Plata. Empece a las 06:00 de la mañana y terminé a las 19:27. Con eso confirmé que físicamente lo podía hacer, pero en aguas calientes. Lo importante era si podía permanecer el mismo tiempo en agua fría. En el canal, la temperatura oscila entre 13 y 14°C; en Puerto López, 24°C…

Parece una vida de martirio…

IvánVallejo decía que él prefería subirse al Everest las veces que él quisiera pero no se le ocurría meterse al mar. Lo que para los montañistas es el Everest, para los nadadores es el Canal de la Mancha.

Pero en la montaña se ve el paisaje, el mundo; en la natación, solo agua.

Ahí es justamente donde empiezan a cumplirse los sueños y en donde surgen un montón de cosas, emociones, vivencias, objetivos, creencias; el amor a la familia, a los amigos, a la vida, a los niños, a muchas cosas. Pero para cumplir esos objetivos necesitas entregarte en cuerpo y alma, y cumplir con un tremendo sacrificio diario. Mis entrenamientos eran de seis horas, unos 15 000 metros diarios. Pero el fortalecimiento espiritual y psicológico es otra rama.

Y cada vez más importante…

Lo físico y lo espiritual tienen que ir de la mano. Para meterte en el mar y soportar agua fría, no solo debes estar preparado físicamente. Creo que la mayor fortaleza de los campeones es la madurez deportiva, aquello que te llena de una fe inquebrantable para lograr lo que quieres. Cuando sientes eso, no hay fuerza extraña que te desanime.

¿Sintió el desánimo en el Canal?

Mientras nadaba se me vinieron un montón de cosas y no voy a mentir: flaqueé un momento y pensé que debía abandonar. Había una fuerza exterior que decía deja nomás, ya has hecho el máximo de los esfuerzos. Ya no vale la pena seguir nadando porque a lo mejor te vas a morir, te va a dar un infarto, te va a dar hipotermia o cualquiera de esas cosas. Pero había la otra fuerza del bien que me decía vamos, sigue adelante; prometiste a tus compatriotas dar una brazada por ellos, por tus amigos, por la familia; piensa en tus hijos, en los niños de la escuela que vas a formar. Te van a querer y vas a ser un ejemplo porque el ser humano necesita de referentes.

Dijo que prometió a los compatriotas dar una brazada. Y la inmensa mayoría de deportistas hacen las cosas pensando en el país, incluso a pesar de que el país no los apoya en el proceso.

Así es y de esas anécdotas hay montones. Somos bastante patriotas y nacionalistas. Tal vez porque nacimos de un pueblo que siempre nos hizo identificarnos como tal. Muchas veces los deportistas nacen de familias nobles pero de escasos recursos. Cuando miras eso, sientes la necesidad de rebelarte contra el sistema y lo haces aún sin entender lo que es un Estado. No hay apoyo y eso es un tema complicado y grave. Estamos cobijados por el amor a las familias más que por amor al dinero. Nos mueven nuestros sueños y el deseo de sobresalir de ese marasmo que el pueblo arrastra. Lo que quiero decir es que es gente que nace de las entrañas del pueblo. Estoy hablando de pueblo, sabemos que todos somos seres humanos, que de una u otra forma somos ecuatorianos. Las personas que nacen del pueblo sin recursos, sin nada, son los campeones y los deportistas que han dado grandes triunfos y grande alegrías a todos los ecuatorianos, a una patria. Pero eso en el proceso a veces no es reconocido. Solamente reconocen cuando hemos llegado a la cima y les hemos entregado la gloria deportiva.

Trayectoria

En 1997, se convirtió en el primer ecuatoriano en cruzar a nado el Canal de la Mancha, de Inglaterra a Francia. Cumplió un proceso metódico de preparación de 30 meses. Poco después, abrió su propia escuela de natación, en el norte de Quito.

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