La cosmovisión andina, presente en una vivienda

El inmueble tiene dos plantas y está levantado con materiales tradicionales, como la piedra decorativa y el ladrillo. Foto: Glenda Giacometti /EL COMERCIO

La Fundación Desarrollo Solidario se edificó tal como soñaba monseñor Leonidas Proaño, un obispo riobambeño que luchó por los derechos de los indígenas explotados en las haciendas de Chimborazo.
Las chakanas (cruces andinas), el sol de cinco puntas, la serpiente de dos cabezas y otros elementos de la cosmovisión andina inspiraron el diseño arquitectónico del inmueble, que está ubicado en Santa Ana de Tapi (norte de Riobamba) y tiene 3 500 m² de terreno total.
Las piedras en tono natural y la forma de las chakanas predominan en la fachada de la casa, que es de dos plantas. Un panel de vidrio templado reemplaza a la pared frontal y permite el ingreso del sol y la iluminación natural.
“La casa representa la sinergia de las creencias indígenas y la cultura de los nativos. Cuando Monseñor empezó su misión de evangelizar a los pueblos aprendió de su cosmovisión y la respetaba”, relata Julia Serrano, una misionera que trabajó junto al obispo.
Cuando Proaño murió, un grupo de evangelizadores decidió continuar con la misión de su mentor. Así se creó la Fundación Desarrollo Solidario. La casa se empezó a construir en el 2005 y cada detalle arquitectónico se pensó de acuerdo con la cosmovisión indígena.
La chakana es el símbolo que resalta más en el cerramiento exterior y en los detalles de las columnas de madera del salón Puruhá, donde se dictan capacitaciones sobre migración y otras temáticas.
Es que las cruces andinas son elementos importantes, según en la cosmovisión andina. Este símbolo representa la conexión entre el sol y la luna.
Además, en cada una de sus puntas se identifican los cuatro elementos sagrados de los antiguos habitantes de la Sierra Central: el fuego, el agua, el viento y la tierra.
En la primera planta, la chakana también está representada en una fuente de agua, que está emplazada bajo la escalera. En ese rincón también hay macetas con plantas que reciben directamente la luz del sol, eso representa a los cuatro elementos sagrados.
La edificación tiene dos salones para capacitaciones, tres habitaciones para recibir a los voluntarios extranjeros y una oficina administrativa.
En la segunda planta, los pisos, ventanas y techos son de madera para conservar el ambiente natural y rústico de la casa. Y, asimismo, para mantener mejor el calor interior en una región que es muy fría.
En cada habitación hay cuatro ventanas con forma de pirámide de punta plana, otro símbolo andino.
Las pirámides en las culturas de Latinoamérica no tienen punta triangular, porque representan la conexión con los seres supremos.
“Las pirámides son wakas (templos, sitios sagrados) y no terminan en punta, por la creencia ancestral de que el hombre no puede llegar a la punta del universo, porque allí hay un ser superior”, explica Mario Allauca, investigador.
En las columnas talladas de la planta superior también está representado el sol andino de cinco puntas, que está ligado con el concepto de la dualidad y que significa un nuevo comienzo.
También aparece una serpiente de dos cabezas, que significa la unión de la sabiduría y el poder. En fin, la casa es una muestra del sincretismo que existe en la zona.