La ciudad y la falta de urbanidad
¿En qué momento de la transformación de los pueblos grandes en las ciudades que ahora conocemos se extravió la urbanidad? ¿En qué parte de ese proceso urbanístico se escondió la solidaridad ciudadana?
Conocida como el conjunto de normas para tener una buena convivencia entre la sociedad, la urbanidad es uno de los puntales intangibles de toda nación. La solidaridad es su adlátere.
Lamentablemente, en Quito y en todo el territorio nacional está reducida a la mínima expresión.
El miércoles, en la sección Testimonio de este Diario se lee, con estupor, cómo Laura A. y un amigo fueron asaltados a 10 metros de su casa. Al no recibir ayuda, la dama gritó ‘incendio incendio’ y salieron algunos vecinos que, al comprobar que ‘solo era un asalto’, le reclamaron indignados.
Esa traumática experiencia no es la excepción sino la regla y los malos ejemplos abundan.
La mayoría de espacios urbanos no está diseñada para ser amable con las personas con discapacidad, quienes viven un vía crucis cuando se deben trasladar a pie en la urbe. Y aunque en los últimos años el Conadis ha exigido que se cumplan las normativas, aún falta mucho por hacer.
El transporte urbano es otro mal mayor. En otros países, los primeros asientos son destinados para ancianos, embarazadas o personas con discapacidades; no los toca nadie. ¿Ha visto Ud. algo de eso en el país? ¿Ha observado que algún joven ceda su asiento a un adulto mayor?
Los condominios y otras tipologías similares que, por su misma esencia, deberían ser paradigmas de buena convivencia, son otros espacios donde afloran problemas de convivencia de todo tipo.
¿Será que hay que volver a dictar urbanidad en escuelas y colegios?