El ático tiene un encanto especial; algo que atrae sin remedio. Sus techos oblicuos, sus vigas de madera, sus ventanas con vista a los tejados son cosas que convencen a la persona más insensible.
Pero a pesar del gran perfil decorativo que posee, por mucho tiempo el altillo, la buhardilla o el desván (otros de sus nombres) solo era utilizado como bodegón o último destino de los objetos viejos, inservibles o pasados de moda.
Esa situación cambió radicalmente desde que los arquitectos y diseñadores de interiores descubrieron su potencial decorativo y residencial. Y lo llenaron de lujos, comodidades y servicios.
En la actualidad, explica el arq. Jorge Bailón, existen áticos que funcionan como alcobas, ‘livings’, estudios, salas de juegos, cuartos infantiles y hasta cocinas y spas.
Son varios los conjuntos habitacionales que manejan ese concepto espacial en Quito y el país. Tres ejemplos de muestra: Camino de los Eucaliptos, Alcázar de Toledo y Casales Buenaventura.
¿Cómo diseñar un espacio que, por estar en la última planta y cerca de la cubierta, tiene algunos problemas decorativos? Lo primero, explica el arq. Eduardo Vallejo, es volverlo habitable: conseguir que se transforme en un lugar acogedor. Esta estancia debe acondicionarse para que sus condiciones térmicas y acústicas sean idóneas; en otras palabras: para que la temperatura interior sea estable aunque llueva o haga calor; el audio sea bueno en todos los sitios y la iluminación -tanto natural como artificial- sea óptima.
Por eso, en estos espacios cobran especial importancia las lámparas auxiliares que dan iluminación puntual a aquellas determinadas zonas que quieran resaltar.
Otra condicionante más, según el Arq. Ramiro Soasti: hay que huir de elementos que dificulten la visión global del sitio. Los colores se deben escoger según la función: alegres para salas de juegos y sobrios para salas de estar. Porque otra característica del ático es su multifuncionalidad: puede ser desde dormitorio hasta discoteca, pasando por sala, estudio, hidromasaje, spa y hasta cuarto de juegos.
La distribución de los muebles se rige por los mismos principios utilizados en otras estancias. Hay que procurar no colocar más muebles de los estrictamente necesarios y distribuirlos racionalmente, para que la circulación sea efectiva (1,20 m entre cosas).