Una base de datos de las propiedades de cientos de millones de estrellas, incluida en la tercera entrega de resultados de la misión Gaia de la Agencia Espacial Europea (ESA), permite predecir con mayor certeza que antes la forma en que morirá el Sol.
Gaia toma lecturas excepcionalmente precisas del brillo aparente de una estrella, vista desde la Tierra y su color. Convertir esas características básicas de observación en las propiedades intrínsecas de una estrella es un trabajo minucioso.
La correlación de luminosidad y edad permite trazar cada estrella del Universo en un solo diagrama. Conocido como el diagrama de Hertzsprung-Russell (HR), se ha convertido en una de las piedras angulares de la astrofísica.
Diseñado de forma independiente en 1911, por Ejnar Hertzsprung, y en 1913, por Henry Norris Russell, un diagrama HR traza la luminosidad intrínseca de una estrella frente a su temperatura superficial efectiva; y, al hacerlo, revela cómo evolucionan las estrellas a lo largo de sus largos ciclos de vida.
Si bien la masa de la estrella cambia relativamente poco durante su vida, la temperatura y el tamaño de esos cuerpos celestes varían mucho a medida que envejece. Estos cambios son impulsados por el tipo de reacciones de fusión nuclear que tienen lugar dentro de la estrella en ese momento.
Con una edad calculada en alrededor de 4 570 millones de años, nuestro Sol se encuentra actualmente en su cómoda edad media, fusionando hidrógeno en helio y, en general, siendo bastante estable; incluso serio.
Pero ese no será siempre el caso. A medida que el combustible de hidrógeno se agote en su núcleo y comiencen los cambios en el proceso de fusión, es de esperarse que el astro se hinche hasta convertirse en una estrella gigante roja y la temperatura de su superficie irá bajando en el proceso.
Cómo sucede esto con exactitud, depende de la cantidad de masa que contiene una estrella y de su composición química. Aquí es donde entra HR.
Orlagh Creevey, del Observatorio de la Costa Azul (Francia), y sus colegas analizaron los datos de Gaia en busca de las observaciones estelares más precisas que la nave espacial pudiera ofrecer. “Queríamos tener una muestra realmente pura de estrellas con mediciones de alta precisión”, dijo Creevey en un comunicado.
Estrategia investigativa
Los investigadores concentraron sus esfuerzos en estrellas que tienen temperaturas superficiales de entre 3 000 Kelvins (K) y 10 000 K, porque son las estrellas más longevas de la galaxia y, por lo tanto, pueden revelar la historia de la Vía Láctea. También son candidatos prometedores para encontrar exoplanetas, porque son muy similares al Sol, que tiene una temperatura superficial de 6 000 K.
Luego, Orlagh y sus colegas filtraron la muestra para mostrar solo aquellas estrellas que tenían la misma masa y composición química que el Sol. Dado que permitieron que la edad fuera diferente, las estrellas seleccionadas terminaron trazando una línea a través del diagrama HR, que representa la evolución de nuestro Sol desde su pasado hasta su futuro.
Esto develó la forma en que variará la temperatura y luminosidad de nuestra estrella a medida que envejece.
Larga agonía y muerte
A partir de ese trabajo, está claro que nuestro Sol alcanzará una temperatura máxima aproximadamente a los 8 000 millones de años, luego empezará a enfriarse y aumentará de tamaño, convirtiéndose en una estrella gigante roja entre los 10 000 millones y 11 000 millones de años.
El Sol llegará al término de su vida después de esta fase, cuando finalmente se convierta en una enana blanca tenue.
Encontrar estrellas similares al Sol es esencial para comprender cómo encajamos en el Universo más amplio.
“Si no entendemos a nuestro propio Sol, y hay muchas cosas que no sabemos al respecto, ¿cómo podemos esperar comprender todas las otras estrellas que componen nuestra maravillosa galaxia?”, dice Creevey.
Es una fuente de cierta ironía que el Sol sea nuestra estrella más cercana y más estudiada, pero su proximidad nos obliga a estudiarlo con telescopios e instrumentos completamente diferentes de los que usamos para observar el resto de las estrellas. Esto se debe a que el Sol es mucho más brillante que las otras estrellas.
Al identificar varias estrellas similares al Sol, pero considerando que tengan edades similares, podemos superar este vacío observacional y comprender su futuro.