Con el envejecimiento suelen aparecer modificaciones que inciden en el proceso de la digestión y, por lo tanto, en el aprovechamiento de micronutrientes indispensables para el correcto funcionamiento del organismo.
En ese listado se destacan los problemas de masticación (por pérdida de piezas dentales), intolerancia a ciertos alimentos y trastornos de motilidad intestinal.
El déficit de vitaminas y minerales -explica Karina Pazmiño, nutricionista y docente de la Universidad Internacional del Ecuador- aumenta el riesgo de resquebrajar la salud del adulto mayor; se vuelven presa fácil de varias enfermedades.
Aunque todos los micronutrientes son necesarios, hay una lista de esenciales. En el grupo de vitaminas están la C, E, D, B1, B6, B12. En el de los minerales figuran el calcio, fósforo, zinc, selenio, magnesio, cromo, sodio, hierro y cobre.
Sobre este último se habla muy poco, pero es vital en la dieta de las personas de la tercera edad. El geriatra Germán Guala, de la Universidad Tecnológica UTE, apunta que ese mineral interviene en la formación del tejido conectivo, que es el encargado de sostener o de unir los diferentes órganos del cuerpo.
El zinc, en cambio, participa en la regeneración de células. La vitamina C es esencial para mantener un sistema inmunológico fuerte.
La falta de niacina -un tipo de vitamina B- influye en la pérdida de la memoria; mientras que el déficit de calcio aumenta las posibilidades de sufrir osteoporosis.
Para garantizar la presencia de todos esos micronutrientes, resulta vital contar con la guía de experto -nutricionista o geriatra- tras alcanzar los 60 años.
Cualquiera de esos especialistas, en función de las necesidades y preexistencias del adulto mayor, determinará el tipo de dieta y enviará un listado con los alimentos y productos idóneos. En algunos casos serán necesarios los suplementos vitamínicos.
Pazmiño explica que el déficit de vitamina D es el más común en este grupo poblacional. Aquello se debe a la falta de exposición al sol, pues ese micronutriente se sintetiza en el organismo por acción de la radiación UVB sobre la piel.
Mucho tiene que ver -explica- la actual emergencia sanitaria, pues para evitar el contagio por covid-19 las personas de la tercera edad permanecen aisladas dentro de la casa.
Esa vitamina, aunque en cantidades reducidas, se encuentra en el pescado, huevos y champiñones. De allí la necesidad de seleccionar los productos apropiados.
El ecuatoriano, lamentablemente -apuntan los expertos- mantiene una dieta basada en alimentos puntuales. Se destacan el arroz, la papa, la pasta y los huevos. Los tres primeros aportan, sobre todo, hidratos de carbono. Escasean las frutas y los vegetales.
Instituciones como la Organización Mundial de la Salud recomiendan, para la población en general, la ingesta de 400 gramos de frutas y vegetales al día. Pero en Ecuador el promedio diario es de 183 gr., de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut-ECU2012).
En los vegetales de hojas verdes abunda el hierro, un mineral que reduce el riesgo de anemia ferropénica, un problema frecuente en las personas mayores. Esta patología está relacionada, según un artículo publicado en la revista española Geriatría y Gerontología, con un aumento de la morbilidad y la mortalidad. “La existencia de anemia se asocia a menor resistencia física y a mayor riesgo de discapacidad”.
La anemia megaloblástica, en cambio, se produce por un déficit de vitamina B12 y/o ácido fólico. A esa vitamina se la encuentra en el pescado, carne, huevos y lácteos.
La ausencia de esos micronutrientes, explica Pazmiño, está estrechamente relacionada con una demencia irreversible, depresión, malestar gastrointestinal e infecciones en el tracto urinario en las personas de la tercera edad.
La falta de esas vitaminas se produce porque estas personas relegan el consumo de esos productos, principalmente por problemas de masticación y dificultad para deglutir.
Los especialistas recuerdan que las carnes, además de vitaminas y minerales, aportan proteína de alto valor biológico, vital para mantener masa muscular. Esa, a su vez, protege al sistema óseo.