Después de un año y medio, los 24 comerciantes de la Plaza de San Francisco retornaron a su espacio original, en el Centro Histórico de Cuenca. Allí los otavaleños son el referente del comercio artesanal.
Otavaleños de distintas edades conversaron con AFULL acerca de la importancia de llevar la trenza como símbolo de identidad y espiritualidad ancestral. Ellos hablan sobre lo que sus padres y abuelos les han enseñado sobre sus raíces y cómo el pelo largo es un factor crucial para poder mantener las tradiciones colectivas y llevarlas con orgullo.
“Si el requisito fuera cortarme la trenza, no aceptaría”. Así de contundente es la respuesta de Inti Sánchez, un joven otavaleño que trabaja en el Mercado Artesanal de Quito, tras la pregunta de si aceptaría una beca en el extranjero en la que le exigieran cortarse su trenza. “Optaría por no estudiar o por tomar otras opciones. La trenza nos da poder y alegría, sin esto sería alguien hundido en la oscuridad”, asegura.
Michael Williamson, joven otavaleño de padre estadounidense, recibió una beca de la Universidad de Brigham Young, en el estado de Utah, en los Estados Unidos. Para completar su ingreso deberá cortarse el cabello. Así lo estipulan los requisitos de la universidad que pertenece a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
El espíritu aventurero y emprendedor de los kichwas Otavalo es el motor que les ha permitido, en las últimas ocho décadas, reproducir su cultura en diversas latitudes del planeta.
Paola Lizeth Muñoz Burgos, electa Reina del Yamor, preside desde el domingo 3 de septiembre de 2017, los actos de esta festividad que tiene identidad popular y ancestral, que se desarrolla en Otavalo, provincia de Imbabura, en el norte de Ecuador. Actualmente se cumple la 65 edición.
En el imaginario de los cuencanos no hay indígenas en la zona urbana de esta ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad, aunque están allí. A esa conclusión llegó una investigación realizada por el programa Prometeo de la Universidad de Cuenca.
Los tapices, con diseños andinos y de la naturaleza son una alternativa para la decoración de recibidores, salas o habitaciones.
Los otavaleños llegaron hace 45 años a Cuenca para vender sus textiles y se quedaron. Ellos ocuparon los portales de las casonas ubicadas frente a la plaza de San Francisco, en el Centro Histórico, y abrieron allí su mercado artesanal.