Una universidad de Estados Unidos solicitó a un joven otavaleño que se corte su trenza para entregarle una beca. Finalmente, el estudiante fue admitido respetando la importancia de su herencia cultural. Foto: Archivo/ EL COMERCIO.
“Si el requisito fuera cortarme la trenza, no aceptaría”. Así de contundente es la respuesta de Inti Sánchez, un joven otavaleño que trabaja en el Mercado Artesanal de Quito, tras la pregunta de si aceptaría una beca en el extranjero en la que le exigieran cortarse su trenza. “Optaría por no estudiar o por tomar otras opciones. La trenza nos da poder y alegría, sin esto sería alguien hundido en la oscuridad”, asegura.
Michael Williamson, un joven de padre estadounidense y madre otavaleña, ganó una beca en una universidad de Utah (Estados Unidos). Pero el requisito para ingresar a estudiar a esta institución es cortarse la trenza que lleva como símbolo de su identidad indígena ecuatoriana.
Finalmente, este 31 de agosto del 2018, el estudiante fue admitido en la universidad con su cabello largo, pero la discusión sobre la importancia de la trenza para la comunidad ya quedó sobre la mesa.
Afull conversó con algunos kichwas otavaleños para conocer sus percepciones personales sobre el uso de esta. Puede ver aquí el video.
Durante la Colonia y la República se vivieron varios procesos violentos contra los pueblos indígenas, asegura el poeta kichwa Ariruma Kowii. “Las normas y la sociedad eran totalmente adversas a los derechos de los pueblos indígenas”. A pesar de esto, la trenza es un símbolo que se ha logrado mantener hasta la actualidad.
Inti Sánchez comenta que sus abuelos le han enseñado que la trenza es como la raíz de una planta y que, sin ella, se pierde la esencia de la vida. Kowii, que además se desempeña como académico en la Universidad Andina Simón Bolívar, comenta que “la trenza está simbolizando a una representación de las raíces de las plantas. Ahí está implícita toda esta idea de lo que es la vida y la energía. Esto responde a esta idea que está muy presente en todos los pueblos indígenas de que la naturaleza tiene vida, que el universo son nuestros padres mayores”.
La trenza no solamente significa mucho a nivel espiritual. También, menciona Kowii, tiene un rol fundamental en la afectividad de las familias. “En el caso de la pareja, normalmente el esposo le hace la trenza a la esposa y viceversa. Lo mismo sucede en el caso de los hijos y los padres”, argumenta.
Kowii relata que “cuando se realiza el matrimonio, por lo general en el caso de las comunidades otavaleñas, se casan con el pelo suelto. Y cuando el matrimonio se concreta, se comienza con el acto de hacerle la trenza al conviviente. El rol que cumplía la madre se transfiere ahora la esposa”.
Además de esto, el ritual de armar la trenza entre familiares abre un espacio de comunicación en la casa. En esos momentos, dice Kowii, “se conversa sobre las actividades que se van a realizar en la casa o las inquietudes que se tienen”.
La trenza es un símbolo no solo para los distintos pueblos de la nacionalidad kichwa, sino que es algo que está presente en varias culturas de América. “En la experiencia de los pueblos del norte (Estados Unidos y Canadá), en estos procesos de supuesta ‘civilización’, a los niños que internaron en centros educativos, el cortarles la trenza significó arrancar las raíces de estos pueblos”. Esto, explica Kowii, fue parte de una campaña sistemática de los gobiernos de estos países para que “los procesos de aculturación se faciliten”.
Kowii destaca que este símbolo cultural se está recuperando en la actualidad. “Se ha generado mucha conciencia. Se está recuperando sobre todo su valor espiritual. Se ha logrado mantener en el subconsciente esa importancia”, concluye el académico.