Dijo Pasteur que la suerte solo favorece a las mentes preparadas (le hasard ne favorise que les esprits préparés). Quizás por ello cuando, a la vuelta de vacaciones, Alexander Fleming se encontró que un hongo había contaminado sus cultivos de estafilococos, no se conformó sin más. En lugar de tirarlos a la papelera observó que, cerca del hongo, las colonias de estafilococos habían muerto.