El recibimiento social a los ignorantes puede darse por ignorancia, conveniencia, facilismo o comodidad.
El escritor y filósofo italiano Umberto Eco ya había advertido que las redes sociales dan el derecho a hablar a legiones de idiotas. Ahora es el libro ‘La fábrica de cretinos digitales’, del neurocientífico francés Michel Desmurget, el que señala que estamos creando a la primera generación con un coeficiente intelectual más bajo que el de sus padres. El sociólogo Héctor Chiriboga ahonda sobre la ignorancia en la era digital.
Nuestra dignidad humana se ha visto vulnerada estos últimos días entre los mismos ciudadanos ecuatorianos, hemos dejado de actuar con racionalidad, nuestros impulsos han provocado que ataquemos al prójimo sin respeto alguno. Todos los seres humanos merecemos respeto y consideración por el simple hecho de tener dignidad humana. Sin embargo, cuando dejamos de lado este gran valor, actuamos como hemos estado actuando, de una manera violenta en la que el diálogo no entra como solución a nuestros conflictos. Tristemente, no reconozco a mi país. No estamos respetando el valor del otro.
La palabra, que sufre sin paliativos el desamparo de nuestra ignorancia es el más hermoso adjetivo del español: ‘humanitario’. Sus tres acepciones se enriquecen mutuamente: ‘que mira o se refiere al bien del género humano’; ‘benigno, caritativo, benéfico’; ‘que tiene como finalidad aliviar los efectos que causan la guerra u otras calamidades en las personas que las padecen’. Pero hoy ‘sirve’ para cuanto niega lo humano: un crimen, un accidente, una violación son ‘humanitarios’. De referirse al bien de todos, lo hemos adecuado al horror y la vergüenza. ¿Qué hacemos de las palabras?; más allá de la ignorancia, ¿qué nos vuelve insensibles a su recto sentido?