El Gobierno de Estados Unidos dio el beneplácito a Ecuador para que Francisco Carrión asuma la sede diplomática en Washington. Carrión es un diplomático de carrera. Antes fue embajador de Francia, España y Gran Bretaña.
La situación del Ecuador en cuanto a su presencia y proyección internacional, heredada por el presidente Moreno de su antecesor, es una pesada carga que el nuevo gobierno no ha podido todavía deshacerla ni desembarazarse.
En toda relación bilateral hay agendas no siempre coincidentes. En tanto sus intereses sean disímiles, es entendible que haya diferencias. La de Ecuador con Estados Unidos no es una excepción. Lo prioritario en la coyuntura bilateral es el comercio. Se da por descontado que EE.UU. no renovará a Ecuador el sistema de preferencias arancelarias (SGP) al fin de este año y postergará esa decisión unilateral al menos por un semestre luego de un análisis de nuestra realidad económica y política.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), novel organización internacional que agrupa a todos los países de América, excepto Estados Unidos y Canadá, creada en 2010 a instancias de Brasil, México, Cuba, Argentina y Venezuela acusa graves problemas.
Nada más democrático que acudir al pueblo para que se pronuncie ya sea para elegir dignatarios en los diferentes niveles y funciones del Estado como para reformar la norma suprema que lo ordena o para modificar leyes que la Asamblea Nacional no puede o no quiere hacerlo. Con tal objetivo la carta de Montecristi estableció los pertinentes procedimientos.
Dos acontecimientos se han producido en la esfera internacional en los últimos días que podrían significar un positivo punto de quiebre en la política exterior del gobierno.
No es ningún descubrimiento: el rol de China en el mundo es cada vez más relevante en materia económica, comercial y financiera, en geopolítica mundial y en influencia estratégica global.
La lealtad, para efectos de estas reflexiones, no es más que la fidelidad, gratitud y compromiso que tiene una persona hacia un líder y un grupo afín. Hacia un gobernante con el cual ha coincidido y coincide en sus ideas y acciones en un momento dado y que debe guardarle esos sentimientos de manera honesta y consecuente no solamente cuando tiene poder sino cuando ya no lo tiene en razón de la firmeza con la que comparte sus ideales.
No lo digo en sentido peyorativo, no. Lo digo en sentido más bien solidario por el descomunal trabajo que ha tenido en los últimos meses, tiene actualmente y tendrá en los siguientes meses para auditar tanta corrupción y podredumbre moral que nos rodea. Esto no solamente lo digo yo sino el propio presidente Lenin Moreno.
Justo un año antes de que se cumplan veinte años de la firma de los acuerdos de paz con el Perú, se celebró en Trujillo un Gabinete Binacional entre Ecuador y el Perú. En este lapso, derrumbada la muralla que detenía la voluntad de trabajar juntos y en paz por el desarrollo de los dos países, y en particular por el de los pueblos fronterizos, tan postergados por décadas, mucho se ha avanzado.
Si, “insólita” ha sido la expresión utilizada por representantes de varios países del sistema interamericano, de uno y otro bando, para calificar un nuevo e innecesario incidente creado dentro de la equivocada cruzada emprendida por el Secretario General de la OEA respecto de la trágica situación que atraviesa la democracia en Venezuela.
El 2 de abril último el país quedó partido en dos. Una mitad que quería un cambio radical del gobierno de la Revolución Ciudadana harta del autoritarismo, la descalificación y la antidemocracia y la otra mitad mantenerlo en función de sus intereses y su “proyecto”. Se creyó en ese momento que había triunfado esta segunda, pero en los cuatro meses de la nueva administración se ha demostrado que no fue así.
¡Cómo se nota el desconocimiento que el presidente Donald Trump tiene de América Latina! No hace muchos días dijo que para resolver la situación de Venezuela no descartaba la opción militar; esto es reactivar episodios superados de poner a funcionar a los marines invadiendo, ya no un país pequeño, sino en uno de los principales de la región. La respuesta de todos los estados latinoamericanos no se hizo esperar: rechazo unánime. Los países de América Latina podrán tener diversos modelos económicos y políticos, así como diferentes criterios sobre la situación en Venezuela, pero la unanimidad no faltó cuando Trump habló de la opción basada en la fuerza. América Latina ha cambiado, ya no es la de los 70s.
Es imperativo respaldar al Presidente Moreno en su búsqueda de consensos, de unir a los ecuatorianos, de buscar el bien solidario sin distinción, de luchar contra la corrupción, de dialogar, de acabar con la confrontación y la mezquindad. El Presidente debe saber que la ciudadanía en general, y no necesariamente los sectores políticos, le apoya en esa cruzada que marca una diferencia con el gobierno anterior. Muchos grupos ciudadanos se han organizado para respaldarle y debe saberse acompañado.
Las irresponsables bravatas del guía norcoreano Kim Jong un, quien como niño empedernido juega con misiles nucleares como si fueran marionetas para asustar a su vecino del sur, a Japón y en particular a los Estados Unidos, ha llevado al mundo a una grave situación prebélica. Y esto porque se ha encontrado enfrente con un líder bravucón e impredecible como el presidente Trump que, del mismo modo, parece querer jugar irresponsablemente con juguetes atómicos, muy superiores por cierto, que podrían aplastar, si decide hacerlo, no solo a las dos Coreas sino al planeta entero.
La situación político institucional, por no mencionar la económica, ha llegado a niveles que la hacen insostenible. Las entidades de control –Contraloría, Fiscalía, la Función Judicial-, en profunda crisis de credibilidad. La oposición, indispensable en una democracia, desnortada y poco propositiva. El vigoroso movimiento en el poder, que gobernó autoritariamente y destruyó instituciones y creó otras a su medida, por más de una década, se resquebraja y hace agua por todos sus costados. Sus máximos líderes se confrontan.
El presidente Lenin Moreno y su equipo gobiernan para todos los ecuatorianos. Fueron elegidos bajo la bandera de un movimiento político pero ahora dirigen al país y a todos se deben.
Entre los supuestos logros reivindicados por la Revolución Ciudadana durante sus largos diez años de gobierno ha sido la tan cacareada nueva institucionalización del Estado.
Inaceptable sería una intervención militar en Venezuela para resolver su gravísima situación interna. Hemos superado ya desde hace varias décadas las épocas en que, arropadas por la OEA o desembozada y unilateralmente, se intervenía con cualquier pretexto por la fuerza, en algún país de América Latina. La región ha madurado mucho desde ese triste período. Algo así es inconcebible.
La Universidad Andina cumple estos días un cuarto de siglo de existencia. No voy a redundar en los beneficios que ha traído en este lapso al país y a la región una institución de tanta prestancia académica. Son de sobra conocidas sus cualidades, su excelencia, sus aportes en investigación y su vinculación con la sociedad.