Pasó a la historia la fiesta quiteña número 54, con todo lo bueno, lo malo y lo feo que entraña el título de “fiestón” y pronto llegarán -un poco decaídos en relación al pasado- la Navidad, el Año Viejo y el Año Nuevo. Después, ya en el año 2014, séptimo de la era correísta, tendremos nuevamente elecciones, esta vez seccionales, para nombrar y reelegir alcaldes, prefectos y el resto, bajo la mirada severa del Consejo Electoral y de Domingo 7 Paredes, dispuestos a imponer que la campaña -para los novatos- dure solamente un mes, en medio de la sonrisa de los “reelegibles”, ya agotados y con la mano en alto.
La fiesta, pues, no fue “municipal y espesa” como las sesiones el Cabildo. Fue movida y multicolor. Con reiterados eventos en las calles y en la pista del ex aeropuerto. Con jornadas entusiastas en el norte y en el sur de un Quito gigante y complejo. Gracias a la fecha escogida por Sebastián de Benalcázar para la fundación que sabemos y criticamos, la fiesta llegó en una fecha muy oportuna para el alcalde y los concejales, menos María Sol Corral. El fiestón resultó “municipal y oportuno”. Lastimosamente faltó la carta a San Pedrito y la lluvia hizo varios intentos para dañar los números, entre ellos el baile popular de la noche del 5. Total, un fiestón. Pero cada vez es más alto el número de quiteños y chagras quiteñizados que prefiere quedarse en casa o ir a sus pueblos natales mientras los candidatos hacen de las suyas. Y también los amigos de lo ajeno.
En el remate de la fiesta, en pleno 6 de diciembre, llegó desde el Brasil la noticia de que el Ecuador enfrentara en el Mundial a Suiza, Honduras, y Francia. Los suizos son octavos en el ranking pero ganaron su serie con rivales de poco nombre en el fútbol. Sumando y restando opciones se puede hablar de un empate moral con el Ecuador a estas alturas. Igual con Honduras, talvez con una ligera ventaja ecuatoriana. Francia consta entre los grandes pero no es imbatible. Podemos lograr alguna o algunas victorias. Ojalá no lleguen las derrotas. Un ligero optimismo si, confianza no, por favor.
Pasó la fiesta y vale una mirada a las próximas elecciones. Para descubrir que se está esfumando uno de los dos candidatos social cristianos que amenazaban el “triunfo total” del aliancismo. Carlos Falquez cae al compás de una emisora inoportuna y va a probar fortuna con un hijo de 38 años. Mientras tanto, estalla de la “guerra de los garrotes” en Guayaquil. El sector gubernamental reitera que juega al “todo o nada”. Quiere ganar todas las alcaldías y prefecturas. También todo el resto. Todo. En Quito hay seis postulantes a la alcaldía. Cuatro desconocidos, un joven Mauricio Rodas que espera los votos necesarios para ser figura política en esta época de escases y un alcalde Contrabarrera que tiene algo de todo: seis años de campaña, obras y un superamigazo.