Para Gissela Echeverría, terapeuta familiar sistémica, hay que mantener una línea que no sea de agresividad con el joven que no aprobó los exámenes supletorios. Foto: Archivo EL COMERCIO
Días de tensión viven los estudiantes que no pasaron los exámenes supletorios en la Sierra y Amazonia. Ellos, entre el 22 y 24 de agosto, tendrán una nueva oportunidad para aprobar el año lectivo 2015- 2016. De no pasar queda el de gracia, cinco días antes del inicio del nuevo ciclo, el 5 de septiembre. Al respecto, la terapeuta familiar sistémica, Gissela Echeverría, conversó con EL COMERCIO.
¿Qué decirles a los padres de familia que están molestos porque sus hijos no aprobaron los supletorios y que se jugarán una segunda oportunidad en los exámenes remediales?
Hay mucha angustia y ansiedad en los padres, también en los chicos. Suele ser muy frecuente que los padres y las madres les recriminen permanentemente por lo que no hicieron en el año lectivo. “Ahí está ya ves, sabía lo que iba a pasar”. Eso les dicen, se dedican a repetir lo que ya se sabe. Incluso les señalan “qué vas a poder, si no lograste en todo este tiempo, ahorita qué vas a poder” y eso genera más ansiedad. Los padres están muy frustrados y enojados, con razón, hacen un esfuerzo para mantener a los chicos estudiando y no obtienen los resultados que esperaban. Sin embargo, creo que es muy importante tratar de comprender que estos resultados que los chicos sacan son un anuncio de algo que quizá no funciona bien en la familia, pueden ser las normas, la estructura de la familia, la afectividad, buen trato, la comunicación.
¿Cómo manejar el enojo y la frustración que sienten los padres?
Con todo lo complejo que puede ser, hay que mantener una línea que no sea de agresividad con el joven, mientras más enojados estemos, menos apoyo podemos dar. Hay que trabajar desde el compromiso de apoyar al hijo, especialmente cuando vemos que este resultado no es del chico sino también del padre.
¿Los malos resultados no son solo de los chicos?
No. Les pido preguntarse qué les faltó por hacer, qué pudieron haber hecho mejor como padres y pensar en la mejor forma en que podrían ayudar a sus hijos. Responder si hubo una situación complicada en la familia y de qué manera ha afectado esa situación en el rendimiento. Algunos padres creen que al hacer eso le dan una carta al chico para que los culpe. Pero esa no es la idea. Hay que mantener la serenidad, buscar qué ocurre con el hijo. Dejar abierta la posibilidad de escuchar y comprender.
Algunos padres deben trabajar mucho, para que sus hijos puedan estudiar. Pero cuán importante es que al llegar a casa no se conformen con la respuesta “Sí, me fue bien en el colegio”?
Aunque tengan poco tiempo deben encontrar mecanismos para generar cercanía. Algunos padres salen de casa cuando sus hijos aún duermen y al llegar también ya los encuentran dormidos. Hay que inventar formas para comunicarse con ellos, en casos extremos, una nota, una carta diaria, que haga que si estás ausente físicamente, al menos sienta que estás espiritualmente.
¿Qué tal la respuesta de algunos padres para los que un año perdido no es gran cosa, no pasa nada?
La apatía, el desinterés, también son una forma de maltrato, se llama negligencia. Si dices algo así abandonas al chico a tu suerte, es también una forma de maltratar. Si tienes un hijo en el mundo, eso implica una responsabilidad, tienes que agotar los esfuerzos para lograr su bienestar, acompañarle para que supere momentos difíciles que seguramente son resultado de cosas que no funcionan del todo en el sistema familiar, una oportunidad para entrar en un proceso de reflexión, autocrítica, autoevaluación.
También pasa que los padres echan la culpa del mal rendimiento escolar a las madres y viceversa.
Estar en medio de una batalla también es un factor estresante para el hijo. Escuchar es que tu papá así, tu mamá así… Eso es cargarle al hijo de estrés, no darle serenidad y confianza para que se concentre en lo que debe hacer, en que se dedique a estudiar. No pueden quejarse de lo que cosechan. Si tienen una bronca no resuelta no se puede culpar al hijo de eso o de comportamientos peores. Intenten ampliar la mirada para buscar otras causas del mal rendimiento escolar, no solo verlo como una cuestión cognitiva.
Y, ¿cómo manejar con los chicos esta etapa de estrés, de no saber si pasarán o no el año lectivo?
Sugiero plantear los escenarios en una conversación serena con ellos. Decirles cómo están las cosas, ser realistas. Hacerles ver que necesitan esforzarse y que si lo hacen habrá un resultado. Preguntarles qué ocurrirá si no hacen lo suficiente y enfocar todo como una oportunidad de aprendizaje. No hay que abandonar al hijo ni hacerle sentir que solo él es responsable de lo ocurrido.