El ritual del té se completa con panes y dulces

La tradición británica de la hora del té no solo es para beber y comer sino también para compartirla con los amigos. Foto: Patricio Terán / Sabores

La tradición británica de la hora del té no solo es para beber y comer sino también para compartirla con los amigos. Foto: Patricio Terán / Sabores

La tradición británica de la hora del té no solo es para beber y comer sino también para compartirla con los amigos. Foto: Patricio Terán / Sabores

La tradición inglesa del té de la tarde se ha extendido por el mundo como una costumbre de compartir comida y bebidas entre amigos o familiares. Esta tradición tiene varias influencias tanto de los británicos como de las ceremonias de té orientales. Angie Morales, sommelier de té y tea blender, explica que, mientras más europea sea la ceremonia, se hallará más comida en la mesa. En los ritos chinos, en cambio, se hace tributo únicamente al té.

La duquesa de Bedford es uno de los nombres más sonados al momento de hablar del té de la tarde. En el siglo XVIII, Anna Russell empezó a tomar té Darjeeling con sánduches y pastelitos alrededor de las 17:00; era su ventana de la tarde para calmar el hambre. Empezó a invitar a conocidos y poco a poco se convirtió en tradición.

Morales señala que fue la Reina Victoria quien popularizó la bebida para las clases sociales más bajas, pues hasta entonces se consumía solo en la alta alcurnia. “La hora del té fue un fenómeno económico: la reina bajó los impuestos de té de 112% al 12% para que fuera accesible”.

Poco a poco, las tardes comenzaron a llenarse de bocaditos que aligeraran la espera de la hora de la cena, pero, sobre todo, se convierten en espacio de dispersión para los comensales. Andrés Viteri, chef ejecutivo del hotel Dann Carlton en Quito, explica que el Tea Room del hotel ha logrado plasmar este ambiente. “La hora del té es una actividad para compartir, conversar y probar”.

Viteri señala que en Tea Room se ofrecen las torres de tres pisos, conocidas como torres inglesas que reparten en cada piso sánduches, pan y minipostres. Pero no son cualquier tipo de bocaditos: Viteri explica que en la base se acostumbra a poner ‘finger sandwiches’ o sánduches de dedo que se pueden comer con la mano. Se sirven con distintos rellenos de mariscos. Morales indica que los sánduches tradicionales de estas tardes tienen rellenos de pepino.

El segundo piso lo ocupan los famosos ‘scones’: panecillos hechos con mantequilla, levadura y harina de trigo, centeno o avena. Viteri señala que a estos los acompañan con mermelada de frutas frescas y crema.

El piso de postres, señala Morales, tiene una distinción mientras se acerca a países latinoamericanos ya que se combinan los postres con frutas. Así, los cheesecakes de maracuyá o frutos rojos son una opción.

En Colombia existe una comida similar de la tarde conocida como onces. El nombre tiene varias explicaciones. Según Fernando Ávila, en un artículo del diario El Tiempo, las onces se refieren a la hora en la que se consume por ser la undécima hora según el diccionario bíblico. Los bocaditos que se acompañan en estas tardes a las bebidas calientes son panecillos, bizcochuelos, arepas, queso y almojábanas. Estas últimas se elaboran con queso y harina de maíz. Aunque en estos encuentros no solo se consume té, sino también chocolate.

Morales explica que en Ecuador los tés de la tarde eran más reconocidos por el consumo de aguas aromáticas, pero que está surgiendo el gusto por el té en hebras por nuevas generaciones entre los 25 y 35 años.

Los tés que mejor combinan con la comida, dice Morales, son los negros porque no pierden su sabor en el maridaje. Viteri señala que entre los comensales quiteños la infusión de frutos rojos ofrece un contraste que los comensales disfrutan.

“Es un bebida dócil con la que se celebra y se sana”, dice Morales sobre el té con el que la hora de conversar y compartir se prolonga entre amigos y familiares.

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