El 70% de los emprendimientos registrados en CorpoAmbato es de mujeres
Los jóvenes tungurahuenses crean productos con materias primas que apuntalan la producción y el comercio que genera la provincia.
Las telas, el cuero, la tecnología, la madera y otros materiales son utilizados para los emprendimientos.
Otra de las fortalezas es la preparación académica en materias como el diseño de interiores, modas, marketing,
auditoría, gastronomía, administración y otros.
Esto les permite incursionar en nuevos segmentos como la moda. La diseñadora María José Jurado elabora una parte de los carros
alegóricos y la vestimenta que lucen los chicos en los desfiles de la Fiesta de la Fruta y de las Flores
desde el 2014.
Jurado cuenta que con otro grupo de diseñadores de moda se analiza la creación de una marca comercial que fusione la parte
textil, calzado y bisutería. “En la provincia hay excelente diseñadores y nos estamos organizando para competir
en la moda con Cuenca, Guayaquil y Quito”, asegura.
Datos de la Cooperación para el Desarrollo Económico de Ambato y Tungurahua (CorpoAmbato) indican que de los 160 emprendimientos
que impulsan, el 70% es de mujeres de entre 17 y 60 años de edad. Los jóvenes de Ambato lideran las propuestas
seguidas de los de Píllaro, Pelileo, Baños y el resto de cantones.
Reciben apoyo del Municipio de Ambato, las cámaras de Comercio e Industrias y tres centros universitarios. Los estudiantes
y docentes asesoran a los emprendedores en publicidad, economía y administración, asesoría legal, salubridad
y otros.
Paola Pérez y Lissetth Correa crearon un polvo de michelada denominado Mizk. La mezcla fue creada como una tarea de clases
y posteriormente se convirtió en la tesis de graduación en la Facultad de Alimentos de la Universidad Técnica
de Ambato.
Las jóvenes adquirieron máquinas de procesamiento con las primeras ganancias obtenidas. Pérez cuenta que Mizk ha ido evolucionando
de acuerdo con el requerimiento del consumidor. “El apoyo de estas organizaciones nos permitió posicionarnos
en las tiendas y locales de ventas de bebidas de Ambato”, cuenta Correa.
Ellos han creado cooperativas de ahorro y comercios dedicados a la venta de joyas, ropa y autos
Los negocios manejados por los indígenas son fundamentales en la economía de Tungurahua. Ellos administran cooperativas de
ahorro y crédito, almacenes de ropa o boutiques, joyerías, tiendas de electrodomésticos, cibers, ferreterías,
patios de carros y otros negocios de comercio. En la capital de Tungurahua funcionan desde hace 20 años al
menos 150 de estos negocios.
Las oficinas de los locales comerciales e instituciones financieras están ubicadas a lo largo de las avenidas Cevallos y
12 de Noviembre, y de las calles Juan Benigno Vela y Olmedo, en el centro de la urbe.
Por ejemplo, están las cooperativas de Ahorro y Crédito Mushuc Runa y Nuevo País, por mencionar algunas de las 115 entidades
de este tipo.
En la avenida 12 de Noviembre y calle Mera funciona, desde hace 10 años, la Cooperativa de Ahorro y Crédito Nuevo País, administrada
por un grupo de indígenas del pueblo Pilahuín. Trabaja en la entrega de créditos para impulsar el progreso
de los habitantes de la zona rural. El año pasado extendió 10 000 créditos, por un monto de USD 8 millones.
Manuel Toalombo, gerente de la cooperativa, explica que la formación académica y la necesidad de progresar les llevó a fundar
esta institución financiera, que ahora aporta al desarrollo del sector productivo de la provincia. “Actualmente
somos independientes, antes solo estábamos dedicados a la agricultura, al comercio informal o como jornaleros.
Ahora somos dueños de nuestros propios negocios y creamos empleo”.
Toalombo indica que lograron tener presencia en el sector productivo, gerencial y administrativo, como las finanzas y el
comercio, en la capital tungurahuense.
Con una inversión de USD 12 000, Isaías Caluña, de 30 años, instaló su propio negocio. Hace 6 años abrió Boutique Native,
a través de la cual comercializa vestimenta estilizada del pueblo indígena Chibuleo. Cuenta que decidió instalar
el negocio para no depender de un trabajo, donde era explotado. “Tenemos la capacidad y el conocimiento para
instalar nuestros propios negocios, generar empleo”.
Su local funciona en la 12 de Noviembre y Quito. Dice que un traje en lana sintética cuesta USD 150, mientras que en lana
de borrego, USD 300. “La situación económica del país es difícil, pero seguimos trabajado para salir adelante”.
A pocos pasos está el local de Lucila Aguilar, de Otavalo. El año pasado instaló una joyería donde oferta washcas (collares
en español). Recuerda que tras analizar el mercado de la provincia, decidió invertir USD 2 000 para montar
el emprendimiento. Exhibe más de 100 diseños.
Aguilar elabora estas prendas en forma artesanal. También da empleo a dos personas. Dice que el mercado es bueno, puesto
que los jóvenes que trabajan en las cooperativas de ahorro son los principales clientes. En el mismo sector
está Jenny Ainaguano, una microempresaria de la comunidad Chibuleo. Afirma que la idea de montar su propio
negocio fue con el objetivo de desarrollar sus habilidades administrativas y de diseño.