“No niego la importancia de las políticas culturales, pero las prefecturas están a cargo de ejecutar obras de infraestructura”.
La prefecta Paola Pabón ha reaparecido, después de casi 3 años de una gestión que, si la hay, y somos generosos, podríamos calificar como discreta. Y reaparece porque se acaba de descubrir que, hace varios meses, el gobierno provincial aprobó un nuevo tributo, equivalente a la mitad del valor de la matrícula vehicular, para crear un fondo destinado a obras de vialidad.
El artículo 184 del Código Territorial lo permite; el problema podría estar más bien en la constitucionalidad de esta norma, que disfraza un impuesto como contribución, pero mientras eso no se discuta y defina, la competencia existe. Habría que recordar a la Prefectura, sin embargo, que ese artículo ordena, también, que los recursos obtenidos se compartan equitativamente con el Distrito Metropolitano, cosa de la que nada dice la ordenanza que estableció el tributo.
El problema no es legal, sino de gestión. ¿Se justifica la creación del fondo? ¿Esta es la única manera de financiar obras viales? La misma Prefecta ha dado una respuesta, que parece demostrar que el gobierno provincial sí cuenta con recursos económicos, pero prefiere destinarlos a otros fines. Junto con la nueva carga tributaria, se han conocido contratos que superan el millón de dólares para un sofisticadísimo sistema informático y para un proyecto cultural, que incluye encargar a un conocido partidario de la Prefecta, la pintura de un mural en el edificio del Consejo Provincial.
No niego la importancia de las políticas culturales, pero constitucionalmente los gobiernos provinciales están a cargo de ejecutar obras de infraestructura, fundamentalmente viales, y la gestión cultural se encarga a otros entes públicos. Si faltan recursos para lo prioritario, hay que dejar de gastar en lo que no lo es y no inventar nuevos impuestos.
Lo que fastidia, en todo este tema, es tener que pagar un tributo más para permitir que la función pública, y la amistad con los funcionarios, sigan siendo vías para medrar a costa de los recursos públicos.