México reedita un cuarto de siglo después los broncos debates y conflictos internos alrededor de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), compartido con Canadá y Estados Unidos y vigente desde 1994.
Las negociaciones comenzarán mañana en Washington, en medio de posturas enfrentadas entre los beneficiarios de la apertura comercial y quienes más han padecido sus efectos.
Además, han puesto en ruta de colisión a Estados Unidos y México, donde se cree que este país tendrá a Canadá de aliado.
Organizaciones de pequeños productores demandan la exclusión del capítulo agrícola del TLCAN, también conocido por su sigla inglesa Nafta, porque consideran que les perjudicó al eliminar precios mínimos o de garantía, así como sustentar el dominio de las importaciones en el sector y la primacía de las empresas transnacionales.
La recién creada Convergencia de Organizaciones Sociales y Ciudadanas “México mejor sin TLCs” rechaza la renegociación bajo el argumento de que el proceso se basa en el mismo esquema neoliberal de los años 90 y también por el secretismo del gobierno mexicano sobre sus posturas.
También aducen que el acuerdo les colocó ante la imposibilidad de competir con la producción subsidiada y altamente tecnificada de Estados Unidos, el socio en el que se concentran las críticas al TLCAN vigente desde 1994 y a la renegociación que comienza.
“Los campesinos necesitan políticas públicas adecuadas. El tratado tiene que ser revisado para que los campesinos tengan mejores condiciones para producir, porque el actual no favorece a México. Solo apoya a las grandes empresas”, criticó Juan Castillo, presidente ejecutivo de la cooperativa Unión de Productores Agrícolas Xochiquetzal.
El dirigente campesino cuestionó que mientras EE.UU. da valor agregado a su producción y exporta bienes procesados, México solo aporta materia prima y mano de obra.