El genial Roque lo ilustró muy bien. Aparece la Presidenta de la Asamblea, quien comunica a dos asambleístas que “tenemos que aprobar 36 leyes en este 2016”. Uno de los asambleístas responde “facilito, solo tenemos que alzar la mano”, el otro completa la idea con “o aplastar el botón de sí”. En el mismo diario EL COMERCIO, el lector Miguel Mena Ayala escribe una carta con un tema que muy pocos se atreven a mencionar: los altos sueldos y los privilegios que tienen los políticos en la actualidad. Yo agregaría que siempre.
El primer ejemplo se puede contextualizar con las leyes que debate y aprueba la Asamblea, la mayoría vetadas por el Presidente de la República. El caso más reciente, la Asamblea quiere que la cédula de identidad se llame DNI (Documento Nacional de Identidad), el Presidente les dice que dejen no más el actual nombre y de paso que el Registro Civil siga llamándose como siempre lo hemos conocido.
¿Cuántas horas inútiles de discusiones, lecturas, furibundos discursos para que finalmente el Presidente les diga cómo queda mejor una ley? Si todo eso se hiciera por amor al país no habría necesidad de que nos lamentemos. Pero el funcionamiento de la Asamblea cuesta plata. El sueldo de un asambleísta es de un poco más de USD 5 000; es decir, casi 14 salarios básicos unificados. Tampoco quiero decir que los diputados trabajen gratis, pero ¿qué tal si se ponen a la altura de lo que gana en la actualidad un obrero?
USD 366 es el mínimo que puede ganar una persona. Con un sueldo similar tal vez el legislador sea más creativo y entienda mejor las necesidades de la clase obrera que tanto dice defender y su actitud revolucionaria sería más auténtica. No digo que ganen como en Cuba, un país que tanto admiran, que tiene un salario promedio de USD 23, aunque los médicos están en un nivel superior, con un poco más de USD 60 mensuales.
Si alguien observa los alrededores de la Asamblea podrá constatar un parque automotor moderno. La mayoría de legisladores, revolucionarios o no, no viaja en bus ni en trole, a no ser que sea en época de campaña electoral para repartir hojas volantes. En su carta, el señor Mena afirma que los legítimos dueños del Estado son los ciudadanos y los gobernantes sus empleados. Pero hasta ahora no aparece un político valiente que proponga que los cargos sean ad honórem o reciban el sueldo básico.
La inquietud del lector coincide con una encuesta que vi en redes sociales. Muy pocos creen en el sacrificio de los políticos y en su altruismo. No pude confirmar, pero alguna vez leí que la Asamblea Popular de Cuba, integrada por más de 600 asambleístas, no cobraba sueldo. Es verdad que el Estado provee de salud y educación gratuita, pero definitivamente, en nuestro medio, los sueldos de los políticos no se compadecen con la realidad.
@flarenasec