La figura del cardenal Richelieu puede ser apropiada para comprender el extraordinario poder del actual canciller Ricardo Patiño, ex ministro de la política y férreo controlador de la Asamblea Nacional. En los registros históricos consta que el prelado francés logró consolidar el absolutismo, derrotar a la dinastía de los Habsburgo y destronar al feudalismo de la aristocracia feudal. Dicen que fue un discípulo privilegiado de Maquiavelo pues, en días tan difíciles y crueles, no dudó en pactar con los protestantes, así como ubicar la diferencia entre el naciente de Estado Nacional y la Iglesia Católica. Debe haber sido el inspirador del acertijo de la Ciencia Política denominado “Razón de Estado”, tras el cual se puede esconder cualquier perversidad del poder.
Ricardo Patiño como Richelieu, no es querido por los reyes o los círculos monárquicos, pero sus estrategias son indispensables para el ejercicio del poder. Jamás en la historia republicana ningún ministro ha gozado de esa inédita “inmunidad política”, la cual se percibe como de igual o mayor poder que el regente. En sus múltiples gestiones o ubicaciones, ha superado el sistema de los ministros fusibles cambiados cuando eran ineficaces, por el de un casi primer ministro. En este caso, a diferencia de un régimen parlamentario no depende de las mayorías legislativas de turno, como tampoco de los caprichos ejecutivos, permitiendo recordar que en el Ecuador es válido el aforismo: “El rey reina pero no gobierna”.
El tránsito entre los “patiñovideos” y “valija diplomática” ha sido escabroso para el primer ministro pero con arte, astucia y probablemente bien administrados secretos, ha sabido conservar su insuperable función de hombre fuerte. Ha sufrido declives cercanos al ostracismo pero regresa con la tenacidad indomable de un muñeco porfiado. Sabe que nunca será rey, pero disfruta del inmenso poder regido por el dogma de que en política todo es posible y que en sus linderos la ética es un “rara avis”.
El episodio de la valija evidenció la magnitud de su poder, sin que exista algún atisbo de responsabilidad directa; sin embargo, en materia de defensa lo que abunda no daña. La Asamblea cerró el paso a cualquier indagación evidenciado que el ministro sabe amaestrar con presteza al zorro que la preside. La Fiscalía cumple la misión para la cual fue elegido su titular y el Ministro del Interior demostró que el gato no solo come el queso de la despensa sino que también lo cuida como un feroz guardián. En estas condiciones se concluye que el príncipe lo sabe, pero no puede ensayar sus acostumbrados enroques. Lo que sí desconoce es que el cáncer no lo causa un episodio externo como un linchamiento o un complot, sino que se genera en una degradación celular del propio organismo.