Reconocer y valorar
Una persona o un pueblo están condenados a repetir los errores si no recuerdan lo vivido. No saber de dónde venimos, imposibilita comprender en dónde estamos ni tampoco precisar hacia dónde vamos. De hecho, la memoria es un instrumento fundamental para transformar el presente y diseñar el futuro.
Conocer las raíces también nos dota de autoestima, de seguridad y de identidad.
La Historia es una rica fuente de la cultura y de la nación. Una nación orgullosa, próspera y justa recrea sus culturas, sus diversidades y homogeneidades a través de la reconstrucción de su historia, que es una acción consciente y deliberada del pueblo realizada a través de sus historiadores.
La historia de la Historia ecuatoriana habla de que solo en determinados momentos hubo buenas condiciones para reconstruir el pasado. Fueron aquellos en los que se requirió mirar hacia atrás para fundamentar algún proyecto estratégico. Surgieron distintas versiones de los contados e importantes esfuerzos de Juan de Velasco, Fermín Cevallos, González Suárez, de la Nueva Historia del Ecuador'
En gran parte de la vida nacional no se ha querido impulsar la Historia crítica, porque incomoda al poder. Y esto es lo que ha sucedido en los últimos veinte años. Limitados o nulos recursos para la investigación; museos, documentos y bibliotecas destruidos, o al borde de la destrucción total. Abundante comida para hongos, cucarachas y ratones.
Solo el esfuerzo personal e institucional de unos pocos ha preservado algo del abundante patrimonio. El Archivo Nacional, la Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit, la carrera de Ciencias Históricas de la PUCE, el área de Historia de la Andina, la sección cultural y el Museo del Banco Central, el Archivo Histórico del Guayas e iniciativas particulares han sido espacios de resistencia y preservación de la memoria.
Un buen momento se abre para la Historia y cultura nacional. Hay que reconocer y valorar el efecto positivo del decreto de emergencia del Patrimonio Cultural de diciembre del 2007 emitido por este Gobierno. Cerca de 40 millones de dólares se han invertido para recuperar, rehabilitar, inventariar, dotar de seguridades a casas, museos, iglesias, sitios arqueológicos, documentos, archivos históricos y bibliotecas de todo el país.
Bien, pero atención, según dice el propio Ministerio Coordinador de Patrimonio “de un universo potencial de 2 millones de bienes culturales, en esta fase apenas se han registrado alrededor de un 4%; de las intervenciones ejecutadas se estima que estas constituyen un 1.65% de inmuebles identificados en el país que se encuentran en estado extremo de deterioro”. Se ha dado un buen paso, sin duda, pero es el primero de muchos que deberían venir. El apoyo del Gobierno tiene que seguir por el bien de la Historia y del desarrollo del país.