Joan Costa en la UDLA

La Universidad de las Américas (UDLA) inauguró la semana anterior su moderno campus ecológico, ubicado en el norte de Quito, donde comienza la vía a Nayón. No es un edificio tradicional. Es diferente por varias razones, principalmente porque, pese a su construcción tan moderna, tiene un patio central similar a como se diseñaban las casas y edificios en la época colonial.

De una claridad sorprendente, el techo del edificio está cubierto con paneles solares, una de las mejores soluciones para generar energía y que debería ser repetida teniendo en cuenta que la línea ecuatorial cruza todo el territorio y, por tanto, el sol siempre nos llenará de energía. Las autoridades académicas permitieron que coincida la presentación de su nueva sede con el primer Congreso Iberoamericano DirCom, un concepto estratégico que tiene que ver especialmente con los procesos de cambio e innovación. El principal gestor de esa iniciativa es el español Joan Costa (88 años), quien trabaja con ese concepto desde mediados de la década de los setenta en Europa.

Costa ve a la comunicación como una de las principales herramientas al servicio de las empresas que quieren desarrollar nuevos proyectos. Los ejemplos que expuso son asombrosos, como cuando los escandinavos tomaron la decisión de romper la hegemonía que hasta entonces tenía Henry Ford en el mercado mundial de automóviles.

¿Cómo competir con una marca famosa y pionera que ya estaba muy adelantada en los mercados mundiales? El valor agregado que dio una marca sueca de autos fue la seguridad; es decir, se propusieron fabricar el vehículo más seguro del mundo, cuidar el prestigio y permitir que los empresarios y los obreros tengan toda la libertad para mantener los estándares de calidad con la única condición de no registrar ninguna falla en el proceso productivo.

No solo los suecos entraron en ese proceso, también en Francia se desarrolló una importante y competente industria automotriz. También citó el ejemplo de un banco en España que había cumplido un siglo de existencia, pero quería cambiar, renovarse, aumentar su cartera de clientes. Romper los paradigmas en una entidad financiera no era fácil, especialmente cuando lo que se sugería era el cambio de nombre de la entidad.

Hasta entonces los conceptos de publicidad y marketing eran muy precarios, lo cual dificultaba la posibilidad de innovación. Costa cree que en este nuevo mundo hay un mapa que necesita de la comunicación. El Estado nunca se había preocupado de vender productos, hay una demanda social, negocios, servicios públicos y sugirió que, en un mundo tan complejo como el actual, se debe responder con simplicidad y ser transparente con las personas. El cambio de mentalidad parte del concepto de prestar más atención a las necesidades de la gente: “Los servicios son las personas”.