El correísmo y Goebbels
Es imposible no advertir, que en algunos temas, los correístas (me refiere a los seguidores del personaje político pero también a quienes promueven el ideario y la práctica política del movimiento) están ganando la campaña de comunicación, particularmente en las redes sociales. A pesar de no contar con los medios del pasado, la forma del discurso ha cambiado muy poco, algo que se vuelve más evidente de cara a las elecciones del 2021, siendo común la desinformación, y en algunos casos la falsificación deliberada, sin que les importe los costos sociales que conlleva.
La maquinaria del engaño, como quedó en evidencia con la reciente decisión de Facebook, de cerrar más de 170 cuentas, algunas de su plataforma, páginas web y de Instagram, funciona aún y sigue un mismo libreto. Ahora, con frases como “condenado sin pruebas”, “el peor gobierno de la historia”, “no hay Estado de derecho”, “el mejor presidente de la historia”, deterioran -aun más- el debate sobre temas de interés público, haciendo pasar la propaganda como información.
Para enfrentar una campaña que crece, es útil recordar los principios de la propaganda de Goebbels, usada desde hace más de una década en nuestro país.
Principio de simplificación y del enemigo único: adoptar una idea y símbolo único, individualizando al adversario, convirtiéndolo en uno.
Principio del método de contagio: reunir adversarios en una sola categoría o individuo.
Principio de la transposición: cargar sobre los adversarios los propios errores y defectos, respondiendo a los ataques con el ataque. Ya saben, “si no puedes negar las malas noticias, inventar otras que las distraigan”.
Principio de la exageración y la desfiguración: convertir cualquier hecho aislado e insignificante, en una amenaza grave.
Principio de la vulgarización: “Toda propaganda debe ser popular, adaptada al nivel menos inteligente de los individuos a los que va dirigida”.
Principio de la orquestación: “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas, repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
Principio de renovación: hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responde, el público esté ya interesado en otra cosa.
Principio de verosimilitud: construir argumentos a partir de fuentes diversas e información fragmentada.
Principio de la ‘silenciación’: acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular noticias que favorezcan al adversario.
Principio de la transfusión: la propaganda opera siempre a partir de algo preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios; se difunden argumentos que se sostienen en actitudes primitivas.
Principio de unanimidad: llegar a convencer a mucha gente que piensa “como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad.
Recordar es como una vacuna -imperfecta- frente a la tergiversación, la mentira y el doble estándar que no se frena ante nada para lograr sus objetivos políticos.