Donald Trump luego de asumir el poder, levantó una de sus proclamas más polémicas y escandalosas como es el muro contra México y sus migrantes. No dio chance a los espacios diplomáticos del mandatario mexicano Peña Nieto sino que tensó la cuerda; sin duda, ni él ni sus asesores han medido el efecto del nacionalismo en el país azteca y, luego de mucho tiempo, una sólida expresión de unidad nacional.
Con este antecedente es importante indagar cual será la bandera que levante el próximo presidente del Ecuador como primer paso de su mandato. ¿Convocará de inmediato una constituyente, vía consulta popular? Además, en las filas de la oposición por ejemplo prometen que transformarán el Consejo de Participación Ciudadana que es el verdadero centro del poder del Estado; que eliminarán la Ley de Comunicación y reformaran radicalmente la de Educación Superior. Las pretensiones son claras y mayoritariamente compartidas. Surgen, sin embargo, algunas inquietudes. ¿Cómo lo harán? ¿Acudirán al recurso del artículo 444 para convocar una Asamblea Constituyente y transformar la estructura del Estado? Deben recordar que lo del Consejo de Participación es por disposición constitucional, no por leyes. En los otros casos y similares, es probable que cuenten con la seguridad de una mayoría parlamentaria o, que por lo menos, están en progreso acuerdos de gran alcance y profundidad. La ciudadanía se alienta con las promesas, pero realmente espera su realización con la publicación en el Registro Oficial. En política todos deberán negociar con las grupos parlamentarios para asegurar una legislatura flexible y no embaucado en una peligrosa pugna de poderes. ¿Se habrá superado para entonces la fratricida lucha Creo- PSC-Madera de Guerrero?
Como se puede observar el próximo 24 de mayo se abren puertas para la entrada a mundo político, económico y constitucional desconocido. Es posible que desde la victoria hasta la posesión exista un margen para negociaciones claves que aseguren la gobernabilidad inicial de los elegidos. Por ejemplo, sería provechoso que los titulares de los organismos de control presenten su renuncia y se retiren para que el nuevo régimen negocie a los sustitutos. Para los ganadores oposicionistas, de ser el caso, es imprescindible esta petición para iniciar con seriedad y maniobrabilidad el mandato. Si es para el oficialismo, también sería necesaria esta muestra de autonomía institucional. No importa que parezca una crisis de gabinete pues durante estos diez años los titulares de esos organismo no dejaron de ser más que secretarios de estado. Sería un milagro que se pueda incluir a una nueva Corte Constitucional que por primera vez alcanzaría la independencia, pues ya no obedecería a un solo poder. Un atenuante y esperanza: luego de la elección presidencial y legislativa hay una gran coincidencia: por primera vez serían libres, salvo que existan rehenes atados a rabos de paja.