La Prefectura de Cotopaxi, al cumplir los 168 Años de fundación como Provincia, hace unos días le otorgó la Medalla al Mérito Productivo Empresarial a la Hacienda San Agustín de Callo. Mejor dicho, la Condecoración fue para Mignon Plaza por sobresalir en hotelería y turismo como propietaria de la hacienda San Agustín de Callo, el único palacio Inca que existe en el mundo, acondicionado como hotel boutique.
Abro comillas “Señora Mignon Plaza. Hacienda San Agustín de Callo. De mi consideración: En la sociedad hay mujeres de admirable labor, de obra paciente y callada que van encendiendo corazones y pensamientos con visión de porvenir que con su sabiduría, enseñanzas y ejemplo han guiado a generaciones señalando caminos de valor, patriotismo, rectitud y honestidad. En consecuencia el Gobierno Provincial (la) reconocerá con la entrega de una mención honorífica…”
Quiero, desde Colombia sumarme a este reconocimiento. He sido testigo de esta labor de años, cuando era una idea casi inalcanzable como una estrella fugaz. José María Plaza, su padre, uno de los hidalgos irrepetibles, con alma de poeta y enamorado de los toros nos dejó para viajar a nuevas dimensiones, la idea empezó a bullir en el corazón de Mignon…
Ese palacio Inca -ya está comprobado arqueológicamente que fue más que un Tambo-, situado entre el Cotopaxi y Los Ilinizas, se convirtió en reto y obsesión. Los padres agustinos durante la colonia trataron de ocultar los vestigios incásicos encalando los muros, poniendo techos falsos, y se dedicaron a “convertir” indios en la verdadera religión…
Mignon, contra viento y marea, contra todos los augurios y pronósticos, prácticamente sin capital, se dedicó a descubrir el tesoro de esas piedras milenarias y a rescatar el valor histórico del lugar, respetando la infraestructura colonial republicana.
Poco a poco, paso a paso, verso a verso, haciendo camino al andar, esta mujer, luchadora, sensible, enamorada del entorno y terca fue restaurando, construyendo, decorando San Agustín de Callo.
No solo es el enclave mágico y único. No solo es la majestad de esos muros imperiales.Su comedor Inca que se abre en una ventana hacia el Cotopaxi, esos árboles centenarios. Es el toque único y sofisticado de cada detalle en las habitaciones, los arreglos florales, las chimeneas prendidas, los libros, el mobiliario. El exquisito buen gusto de su dueña es el distintivo.
Curioso que somos más los extranjeros que los nacionales os que conocen este lugar privilegiado. Escritores, científicos, arqueólogos, sociólogos, músicos, aristócratas, artistas del mundo entero han disfrutado el entorno. Los ecuatorianos están en mora de promocionarlo como la joya de la corona en materia de turismo. Felicitaciones Mignon…Una mujer bandera que no le teme a los retos.