Distintas suertes tienen las manifestaciones de protestas o adhesión popular. Brasil y Venezuela son un ejemplo de estos juegos del azar político.
En el primer caso, coincidieron enormes muestras de rechazo a la expresidenta Dilma Rousseff con un parlamento opositor que permitió que se impusieran rigurosos procedimientos legislativos y constitucionales hasta que el Senado dio el disparo final. Así, En la tierra del “Orden y el Progreso “, el derecho y la expresión directa del pueblo en las calles liquidaron un pleito más político que jurídico. Si fue justa la decisión es otra cosa; pues, existieron más percepciones o sospechas de corrupción que evidencias probatorias. Además, nadie en la tierra de la samba puede tirar ni la primera ni la última piedra.
Entonces, ¿qué papelón jugó el Ecuador al protestar y causar un incidente diplomático por un asunto interno de un estado soberano como es Brasil? Si tanto ardor sintieron no era conveniente acaso usar los mecanismos establecidos por la Carta Democrática Interamericana ¿O es que se privilegia el show antes una imagen seria a nivel internacional?
El caso venezolano es diferente y además insólito. En las urnas para las elecciones legislativas el pueblo escogió a 112 legisladores de oposición (MUD) sobre 167; luego, multitudinarias manifestaciones demandan el referéndum revocatorio del mandato del presidente Maduro. Surge entonces la pregunta-a diferencia del proceso brasileño- ¿Qué factores sostienen a un régimen que es rechazado en las urnas y en las calles? La primera conclusión es que tras los poderes formales existe un sólido poder político militar que actúa tras bastidores y que hasta ahora es imbatible.
En Chile la protesta de las cacerolas en el caso de Allende fue estruendosa y de gran convocatoria, pero no suficiente; además, la oposición controlaba gran parte de la legislatura. Es decir, había pueblo y parlamento, pero nada cambio hasta que un bombardeo del Palacio de La Moneda instaló una cruel dictadura por 17 años.
Regresando a Venezuela. La oposición tiene Asamblea y pueblo, pero el poder real está en el chavismo, el militarismo y otras hierbas.
El Ecuador mantiene matices de semejanzas y diferencias con estas experiencias. Con algunas distancias por los contextos históricos, las caídas del Dr. Velasco Ibarra, Abdalá Bucaram o Lucio Gutiérrez fueron producto de ajustes e intereses políticos coyunturales, aunque en el caso Carlos Julio Arosemena Monroy se añadió el intervencionismo externo propio de la Guerra Fría. En todos esos casos el pueblo fue utilizado como comparsa.
Hoy la situación es diferente. El régimen tiene todas las ventajas políticas a pesar de la grave crisis económica y cuenta con una oposición que de manera irresponsable juega el destino del país con una ruleta rusa cargada con varias balas.