No se trata solamente de que a través de dos personajes como Ximena Acuña y María Clara Pereira se revelan episodios trágicos como la Guerra Civil española o la dictadura de Pinochet; en su más reciente novela ‘Saber lo que es olvido’ Carlos Arcos Cabrera alcanza una profundidad narrativa superlativa con historias crudas contadas a través de la sensibilidad de las protagonistas.
No sólo la coincidencia de que nacieron en Washington y que tienen raíces ecuatorianas y chilenas, entre ellas hay una historia intensa de amor narrada sin espacio para interpretaciones erradas, simplemente como un hecho natural del que no se hablaba antes. La relación sentimental entre estas dos mujeres resulta simplemente anecdótica comparada con las dos historias dramáticas que vivió la humanidad y que Arcos las presenta como para refrescar la siempre frágil memoria.
María Clara y Ximena son personajes contemporáneos que mediante los testimonios de sus antepasados llevan al lector a episodios sorpresivos, que es lo que un lector busca en una novela. Escenas que parecen cotidianas como la experiencia de María Clara al tener que abortar el hijo que llevaba en su vientre, fruto de un encuentro apasionado con un personaje como Andrés Chiliquinga que el escritor ya había presentado en una anterior novela.
Gracias a la tenacidad y perseverancia de las mujeres por obtener la verdad se llega a descubrir que uno de los personajes huyó de un Quito pacato detrás de un torero que luego la abandona. En su desesperación por sobrevivir se encuentra de repente en medio de la resistencia contra el franquismo. En otra época, Helena Alvarado es la primera ecuatoriana que ingresa a estudiar en la Universidad de Concepción impulsada por su padre lojano, un militante Socialista que Carlos Arcos retrata con todo el rigor que permite una novela de ficción. Helena, madre soltera, recorre un tortuoso camino para alcanzar la superación académica y de compromiso político. Ella se convierte en una de las tantas activistas de izquierda ejecutada por las tropas pinochetistas. Pero es una historia que no busca exacerbar un pasado doloroso, simplemente llama la atención sobre un período de extrema intolerancia política.
¿La sociedad machista del siglo anterior es tan diferente a la actual? Eso no lo responde el escritor, el lector se queda con muchos elementos para sacar sus propias conclusiones. ¿Acaso no son síntomas contemporáneos que la mujer víctima de la violencia es casi siempre culpable? ¿Los secretos de familia, como por ejemplo un hijo sin que exista el matrimonio legal son tan distintos antes como en la actualidad? Inquietudes expuestas a criterio del lector, porque más fácil sería olvidar el pasado, mas los personajes no descansan hasta encontrar la verdad, la única que libera la conciencia.
@flarenasec