En la basílica de la Dolorosa de Quito, una ola de luz y color invade el templo desde un gran vitral que lo preside. Igual efecto tienen vitrales de otras iglesias del país. Las obras fueron creadas con técnicas tradicionales de elaboración vitralística que se generaron en la Europa medieval y que se han preservado hasta el presente. Su autor es el maestro Oswaldo Mora.
Aunque para muchos el vitral se identifica con ambientes religiosos, también los hay que representan motivos seculares, como los del Salón de Honor del Municipio de Ambato y los de la colección de vitrales de motivos culturales e históricos de la Universidad Andina Simón Bolívar en su sede de Quito. Allí se alojan más de treinta obras vitralísticas, entre las que se destacan las de Oswaldo Mora, las de su hijo Pablo y las de Patricio León, el maestro cuencano.
Para la Universidad Andina, Oswaldo elaboró el vitral de “Las libertadoras”, que conmemora a las mujeres de la Independencia y el de la “Procesión Andina”, el más grande del país en su tipo, una síntesis de la identidad y cultura de nuestros pueblos; para estos, como para muchos otros, contó con la colaboración de su hijo Pablo, a su vez responsable del vitral de la “Plaza Grande”, que caracteriza el centro histórico de Quito; el de la “Ronda” y la “Virgen de Quito”, que reflejan el patrimonio cultural del país y los de los pensadores y los que decoran la biblioteca de la Andina.
Oswaldo Mora nació en Loja en 1942, en una familia de gran cultura, cuyo padre fue un destacado hombre público y alcalde de Loja. Luego de recibir la formación básica en su ciudad natal y en Quito, viajó a México, donde se formó como vitralista. Luego, en Praga, se perfeccionó en las tradiciones de la creación vitralística medieval, que se conservan hasta el presente y han producido obras que han durado más de quinientos años.
Mora se destacó como artista desde joven. Sus primeras producciones fueron pictóricas, con las que adquirió prestigio. Toda su vida pintó y logró grandes éxitos como su mural de Loja. Pero sobre todo descolló como vitralista, convirtiéndose en el mayor del país. Tiene una enorme obra religiosa en muchos lugares del Ecuador y también secular, como ya lo dije. Pero una de sus principales preocupaciones artísticas es la vida cotidiana de la gente. Como pintor y vitralista, la misma importancia le da a la imagen de los libertadores que a la prosaica ceremonia de la “matanza del puerco”.
La obra de Oswaldo Mora está llena de luz, de color, de imágenes y de un mensaje humanista profundo. Sus vitrales no solo son decorativos. Al mismo tiempo inducen a la piedad, a la reflexión. Y hasta aquellos que se refieren a la muerte son optimistas. Por ello la noticia de su fallecimiento, aunque nos apena, nos lleva a reconocer su gran legado artístico y humano.
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