Si bien el triunfo de Alianza País proviene en buena parte de las dramáticas condiciones de desigualdad que enfrentaron los candidatos de oposición y la manipulación oficial del método electoral para sobrerrepresentar a las mayorías (en flagrante contradicción con lo proclamado en el 2006), no hay duda de que el electorado apostó claramente por el status quo y un modelo caudillista sin cortapisas. La campaña electoral y las votaciones pusieron en evidencia el poco interés que guardan los ciudadanos en la política y la galvanización que ha traído el reciente ciclo de abundancia petrolera. Al final, una robusta mayoría de ecuatorianos ha querido entregar un cheque en blanco a Rafael Correa.
Las elecciones generales han provocado un reordenamiento absoluto de los actores y factores políticos. La izquierda, que apoyó a Correa en diversos momentos de su mandato, es una de las fuerzas claramente derrotadas. El MPD y Pachacutik han quedado reducidos a la mínima expresión mientras que partidos y movimientos como la ID, RED o el Partido Socialista han sido borrados del mapa. Otros derrotados son el PSP, el Prian y el PRE, movimientos caudillistas y populistas que competían con AP en electorados clientelares y que hoy han perdido la batalla. Discrepo con Felipe Burbano, columnista del Diario Hoy, quien sostiene que Lasso desplazó a Gutiérrez porque “representa de modo más genuino a la derecha”. Una segmentación simple del electorado del Coronel demuestra claramente que sus votantes eran otros y que su caudal tradicional se desvió hacia Alianza País. Lo propio puede decirse del PRE y del Prian, cuyas clientelas políticas fueron arrebatadas por Alianza País.
Más allá de la simple aritmética electoral, Guillermo Lasso y el movimiento Creo han ganado perdiendo. La votación le consagra como la segunda fuerza política del país y, más importante que eso, como la única plataforma capaz de aglutinar a varios sectores de oposición que defienden la democracia representativa y las libertades individuales. Frente a un modelo totalizante que buscará colmar los últimos resquicios de poder político, Creo se levanta como la voz de oposición más potente y articulada al interior de la Asamblea. No hay duda de que una oposición inteligente permitirá a Lasso convertirse en la opción indiscutida para las elecciones generales del 2017.
No estoy de acuerdo con cierta opinión -particularmente de las élites económicas ligadas al consumo y a la obra pública- que presagia cuatro años de estabilidad política y económica gracias al control total del poder político y al modelo rentista y expansionista de la economía. Cuando sectores importantes de la sociedad no tienen canales de representación formal, la protesta y acción directa se convierten en mecanismos finales de expresión política.