¡Que miedo! Los correístas están en “resistencia” a la dictadura de Lenin Moreno, a la persecución, arbitrariedad y autoritarismo de que son objeto. Van a salir a las calles a quemar llantas, a impedir el tránsito y a tomarse las instituciones. Van a ir a las puertas de los bancos a reclamar lo que los banqueros les han robado a los depositantes.
¡Que horror! En cuestión de horas, el Ecuador se va a paralizar por la solidaridad con “perseguidos” como Correa, hostigado por responder desde Bélgica sobre una fundamentada acusación de secuestro; como el “inocente” Glas, reo por cobro de coimas a Odebrecht, que se graduó con una tesis plagiada y ahora está en cómoda “huelga de hambre” de la que corre el riesgo de salir empachado.
¡Ya viene la “resistencia”! Un grupo de los que tuvieron el “honor” de participar en el gobierno correísta, en un comunicado declaran que son perseguidos porque se ha pedido a la Función Judicial que impida con medidas legales que fuguen del país quienes pudieran ser responsables de malos manejos y corrupción. Tienen derecho a decir lo que quieran, aunque ese derecho lo negaron a otros. Pero que no sean cínicos. Sí sabemos reconocer el encubrimiento.
Por orden del déspota de la década, trasmitida por Patiño, los que fueron capataces del Ecuador, cínicamente se transformarán en “tirapiedras” para hacernos “razonar” y denunciar la persecución. Cientos de miles esperan que el líder vuelva a “hacer justicia”.
¿Saldrá la gente a las calles? Si ayer nomás se lanzaban toneladas de bombas lacrimógenas contra el pueblo que protestaba, se apaleaba trabajadores e indígenas, mujeres encinta y muchachos menores de edad que reclamaban educación; se llenaba las calles de policías, perros amaestrados y alambres de púas para impedir el acceso a la Plaza Grande.
¿Seguirán las gentes la orden de ir a pararse ante los bancos a reclamar? Si antes no se castigó a los banqueros que provocaron el feriado y no se metió preso a ninguno, ni recobró un centavo. Los que sí cayeron presos fueron dirigentes sindicales e indígenas, periodistas, mujeres militantes, colegiales, defensores del ambiente, que fueron declarados “terroristas” y perseguidos en una criminalización de la protesta perpetrada al estilo Pinochet.
Los correístas en las calles serán cuatro mercenarios que enfrentarán el rechazo general. La gente les caerá a “huevazos” y les encarará su cinismo y sus abusos. Cuando el pueblo salga a la calle no será para respaldar al correísmo, sino para defender la institucionalización del país, a pedir que se combata con más fuerza a la corrupción, que se cumpla lo resuelto en la consulta, a protestar contra las medidas económicas y, desde luego, a exigir que el gobierno saque a los correístas que lo boicotean desde adentro.