Las últimas elecciones al Parlamento europeo alertan sobre la profundidad de la crisis y sus derivaciones en el campo de la institucionalidad política sobre entidades tan emblemáticas para el Viejo Continente como el estado de bienestar o las instituciones de la integración. Los resultados electorales castigan a las opciones políticas tradicionales que han configurado en muchos casos (como el español y el francés) regímenes bipartidistas que turnaban en el poder a partidos socialdemócratas y de centro derecha. Las nuevas opciones que van ganando preferencias son principalmente la ultraderecha, como el partido de Le Pen en Francia, o de izquierda radical, como el movimiento Podemos en España.
Paradójicamente, los dos extremos toman distancia de las instituciones democráticas y de las corrientes políticas moderadas que adoptaron los europeos para conjurar el fantasma del nazismo y de los totalitarismos que marcaron buena parte del decurso político del siglo XX; en ambos casos, las instituciones de la integración europea son vistas como limitaciones u obstáculos a la soberanía de los estados nacionales que debilitan sus capacidades decisionales.
En España, Podemos acoge y estructura a los actores del 15M, movimiento ciudadano espontáneo que en mayo de 2011 protagonizó una protesta social frente a la crisis bancaria y a la reducción drástica del empleo. Organizativamente, Podemos surge de una impugnación a los partidos tradicionales de izquierda, a quienes califica como parte de la élite o “casta corrupta” (como prefieren llamarlos), que ha desviado al estado de la búsqueda del bien común y ha privilegiado al capital. El movimiento se conformó apenas cuatro meses antes de las elecciones al parlamento europeo y alcanzó un importante 7,9% de la votación, prendiendo las alarmas del fin del bipartidismo español.
Doctrinariamente, Podemos es más afín a los movimientos bolivarianos latinoamericanos de lo que están dispuestos a admitir sus líderes. Sus principales figuras han actuado como asesores de los gobiernos venezolano y ecuatoriano en los procesos constituyentes y de configuración de un modelo de estado con énfasis en la redistribución y con alta concentración de poder en los ejecutivos. Al parecer, la propuesta política de Podemos intenta recuperar el sentido de la transformación bolivariana y adaptarlo a las condiciones de la crisis española y europea.
A pesar de estos antecedentes, Podemos se encuentra en proceso de constituirse como partido político, combinando estrategias asambleares y horizontales de construcción de decisiones con mecanismos de representación y control de los liderazgos. Este proceso puede derivar en una interesante renovación democrática que enriquezca el escenario político español y permita conjurar los riesgos de personificación neo populista que puede estar tentando a los líderes del movimiento.
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