La declaratoria de alerta roja en el Distrito Metropolitano de Quito es una medida que muestra la situación compleja que se vive en la capital y en el país, por la circulación y la infección masiva de la vaciante Ómicron del covid-19. La respuesta de las autoridades tiene implicaciones sanitarias y económicas. Su aplicación correcta puede librar a la ciudad de consecuencias nefastas.
Los casos de covid-19 han tenido un aumento del 187% entre la penúltima semana de diciembre y la primera de enero de 2022. Las autoridades locales tienen datos seguros de que la tendencia seguirá al alza, de ahí que la alerta roja haya sido ineludible.
El Municipio de Quito señaló que para abrir la alerta roja en Quito se analizaron tres factores: transmisibilidad del virus, agresividad y respuesta sanitaria. En cuanto a transmisión, los casos positivos en la capital superan el 42% en las dos últimas semanas (el límite para la alerta roja es 20%). Sobre los casos diarios, hay 344 por 1 000 habitantes, cuyo límite superior es 250 registrados, algo que ya sucedió en diciembre.
Finalmente sobre la gravedad, es decir sobre la mortalidad, la Secretaría de Salud del Municipio dice que desde el inicio de la pandemia ha habido 3 538 casos de este tipo y otros 375 probables. Si bien ahora los niveles son bajos, por los beneficios de la vacunación, no se puede bajar la guardia.
La alerta roja podría significar un parón al crecimiento sostenido de la economía, pues según el SRI las ventas en el sector privado hasta noviembre de 2021 alcanzaron USD 15 454 millones, 18% más que lo registrado en noviembre de 2020. Los gremios de la producción están preocupados por las pérdidas, piden medidas asertivas de las autoridades para que no se impongan más restricciones, que pueden detener la reactivación. Creen incluso que esto puede ser un preludio para una contracción económica en actividades que continúan paralizadas, como el turismo.
Dura es la tarea de las autoridades: precautelar la salud pública y no dejar que la economía caiga. De sus acciones, que deben ser las más ecuánimes, depende el futuro de la capital.