La democracia y la política no se pueden fundamentar en la revancha
El país está inmerso en un proceso electoral para presidente, vicepresidente y asambleístas, que deberán administrar la Nación hasta que termine el vigente período democrático. Ojalá la ciudadanía, en estos tiempos, pueda vislumbrar un futuro al menos no tan grave como este presente.
Sin embargo, las prácticas políticas que se ven, cuando aún falta que arranque oficialmente la campaña electoral, no son prometedoras. La desacreditación del contrincante -y de cualquiera que no sea parte de su agrupación- es algo que ya se experimenta en estos días. Y no es una novedad.
La virulencia en el discurso está exacerbado por las redes sociales. No se avizora, por tanto, un debate político serio, de ideas, de planes, programas. Más bien parece que se apoya la idea de una revancha y eso es peligroso.
La democracia no es venganza. Esto es algo sabio que enseñó Nelson Mandela, un hombre que padeció de verdad, pero en el máximo cargo de Sudáfrica jamás se vengó del blanco por el Apartheid.
Quizá llegue el día en que los ecuatorianos encuentren el sendero de una verdadera democracia. Que no sea esto un hallazgo fortuito, sino fruto de un camino labrado con convicciones, con sentido cívico. Quizá sea mucho pedir, pero el tiempo apremia y la ciudadanía necesita respuestas de cara a un futuro mejor.