A las 23:00 del domingo, cuando el Ecuador celebraba la Nochebuena, una explosión sacudió al norte de la capital.
Dos personas murieron, un niño de siete años y una mujer de 80. Resultaron heridas 11 personas. Todos ellos participaban de una cena navideña.
Los primeros informes oficiales dan cuenta de la explosión en un local de comidas que tenía 44 tanques de gas de 15 kilos. La primera falla evidente. Un local de este tipo debe funcionar con cilindros de tipo industrial y no con garrafas para el consumo familiar.
Aunque los primeros informes dicen que los permisos de operación estaban en aparente orden, es indispensable verificar si en efecto así sucedió.
Los datos preliminares, que se esperan completar este día martes, dicen que es probable que la fuga de gas que produjo la fuerte explosión se haya debido a una falla de las válvulas. El peritaje técnico tendrá la última palabra.
Pero alertas encendidas. Funcionar con cilindros de consumo doméstico, a más de aprovechar un subsidio para hacer negocio, costó una vida y daños materiales todavía incuantificables.
Otra alerta es el estado de las bombonas en que se expende gas y la indispensable revisión, que debiera ser rutinaria, de las válvulas y sus condiciones de seguridad.
La muerte en la noche de festejo duele a todos y lastima a familias cuyo recuerdo será imborrable. La solidaridad no basta, hay que tomar precauciones y fijar responsabilidades y sanciones.