En redes sociales es común leer que el acceso a la información es gratuito en Internet. Pero nada más alejado a la realidad. Todo tiene un precio y el pago en la red -por esa supuesta gratuidad- es la información que los usuarios entregamos, la mayoría de las ocasiones, sin darnos cuenta.
Debemos considerar todos estos elementos al momento de entregar la información, hábitos de comportamiento… La Ley Orgánica de Protección de Datos Personales entró en vigencia y contempla derechos, que debemos exigir que cumplan las empresas y organizaciones públicas o privadas.
Hay que preguntarnos qué hacen con nuestros datos y por qué debemos entregarlos, qué ganamos y qué perdemos. Hay que establecer límites y eso está en nuestras manos.
Los principales derechos son ser informado sobre los fines de tratamiento de datos; tiempo de conservación de los mismos; origen de la obtención de los datos; identidad y contacto del responsable de datos personales en una empresa; las consecuencias de la entrega de datos o negativa a ello, entre otros.
Cada persona tiene derecho a que el responsable del tratamiento suprima los datos personales u oponerse o negarse al tratamiento de su información.
No solo las personas deben considerar estos elementos sino también las empresas. En su caso deben aplicar procesos de manejo por la información que reciben, procesan y generan. Es fundamental que apliquen políticas internas.
La limitante para que respeten nuestros derechos es que el Estado está en deuda porque esta normativa establece la creación de la Superintendencia de Protección de Datos y la designación de una autoridad de control para que se garantice el correcto ejercicio de los derechos de datos personales. También, está pendiente la elaboración de un reglamento de la normativa.