Ecuador puede dejar la Organización de PaÃses Exportadores de Petróleo (OPEP) y seguir beneficiándose de las decisiones que tome este cartel petrolero, conformado por 15 paÃses y responsable de un 44% de la producción mundial de crudo.
La decisión del Gobierno, de abandonar este bloque petrolero a partir de enero del 2020, se fundamenta en la crisis fiscal. La sostenibilidad de las finanzas públicas requiere de mayores ingresos y menos gastos.
Este mismo argumento se utilizó a inicios de la década de los 90, cuando el gobierno de Sixto Durán Ballén decidió abandonar el grupo petrolero el 27 de noviembre de 1992.
Entonces se argumentaron razones de orden económico, ya que el paÃs mantenÃa cuotas atrasadas y no se podÃa cumplir con los pagos por la aguda crisis económica.
En el 2007, el gobierno de Rafael Correa solicitó la reincorporación del paÃs a la OPEP, lo cual implicó ponerse al dÃa con los pagos atrasados, que sumaban USD 5,7 millones.
Pero en todos estos años, Ecuador no se ha beneficiado de esa membresÃa, más allá de acceder a información especializada sobre el mercado.
Más bien se convirtió en un limitante para incrementar la producción de petróleo, ya que el paÃs debÃa cumplir unas cuotas de producción fijadas por la OPEP con el fin de sostener los precios del crudo.
Aunque Ecuador, cuya producción petrolera es marginal en la OPEP, no puede influir en los precios internacionales, estaba obligado a limitar su capacidad para extraer más crudo de los campos de la Amazonia.
En la práctica, Ecuador venÃa produciendo más allá de las cuotas establecidas por la OPEP, por lo que la salida de este organismo solamente sincerará lo que pasa en la realidad.
La decisión del Gobierno también evidencia el interés de aprovechar al máximo el potencial del bloque 43 (ITT), que se ha convertido en el más productivo del paÃs.
En un momento en que la caja fiscal requiere de mayores ingresos, y que el plan de Petroamazonas es extraer más crudo, la membresÃa al cartel petrolero resultaba un limitante.