Los ocho binomios que buscan la Presidencia de Ecuador afrontan una campaña política atípica con al menos cinco aspectos que vencer.
El tiempo está en contra, la oferta debe ser clara y precisa. Las redes sociales y el territorio se ven limitados. Deben garantizar que sus campañas no están empañadas con financiamiento de grupos delincuenciales.
Los aspirantes a la Presidencia tienen menos de 30 días para convencer a 13 millones de electores. Pero esta vez se enfrentan a un electorado cansado del proselitismo tradicional y que recibió a la muerte cruzada como el mejor mecanismo para generar un cambio.
Sí, un cambio que busca la satisfacción de sus necesidades más básicas para atenuar, principalmente, las crisis económica y de inseguridad que vive el Ecuador.
Esto nos lleva a pensar en que el debate por la Presidencia debe estar enfocado en ofertas cercanas y empáticas con la ciudadanía.
Las giras de medios, participación en foros y otras actividades proselitistas deben estar estratégicamente pensadas en lo que demandan los ecuatorianos y cómo lo llevarán a la práctica.
El contexto atípico de estas elecciones presenta otros dos desafíos. Primero, los recorridos por el territorio se verán limitados, por lo que tendrán que definir en dónde van a estar y a qué segmentos electorales quieren llegar.
De forma paralela centrar la campaña en redes sociales pudiera ser un riesgo alto para sopesar. Las redes tienen rápida viralización de información, segmentación y costo más bajo. Aunque no están exentas de ataques y desinformación.
Otro punto- no menos importante- es que la campaña de cada candidato no esté relacionada con fondos ilícitos, lo cual provocaría aún más resistencia por parte del electorado.
Quiénes logren cubrir estos cinco puntos lograrán llegar mejor parados este 10 de agosto. De lo contrario la segunda vuelta está asegurada.
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