La seguridad social está en bancarrota, aunque los administradores aseguran que hay pensiones para los próximos 40 años y los falsos defensores de los afiliados han inventado el cuento de que el sistema estará saludable en cuanto el gobierno pague la deuda, cobren a los empresarios morosos y se acabe la corrupción.
El sistema está en bancarrota porque los ingresos no alcanzan para pagar a medio millón de afiliados, porque los jubilados son cada día más numerosos y viven más tiempo y los recursos están manejados por políticos que han metido en el IESS pipones por millares.
Hace 10 años el sistema tenía 9 afiliados por cada jubilado, ahora solo tiene 5 y en 30 años tendrá un afiliado por cada jubilado. Las soluciones son las mismas en todas partes: reducir las pensiones, trabajar más tiempo o incrementar los aportes. Lo que hacen los expertos es decorar estas medidas y aplicarlas gradualmente.
El presidente Guillermo Lasso nombró una comisión de expertos para reformar el sistema de pensiones y ahora debe decidir si archiva el proyecto siguiendo el consejo famoso: si no quieres resolver el problema, nombra una comisión. Si el presidente decide aplicar la solución propuesta pasará a la historia, pero removerá las trancas del infierno.
La comisión propone mantener en 11% el aporte mensual, pero sobre las 14 mensualidades que recibe el trabajador, el incremento será gradual. Cambia la base de cálculo de los mejores 5 años, subiendo gradualmente. La pensión será la suma de una pensión básica más una variable calculada según aportes y expectativa de vida. Crea sistemas de ahorro y convierte la jubilación patronal en otro sistema de ahorro.
Un nuevo “Directorio Pensiones”, que añade dos vocales independientes a la representación tripartita, administrará los recursos. El proyecto tiene dos limitaciones: Se reduce al tema de pensiones y no toca a la corrupción. Este proyecto en manos de políticos y del IESS sería como encargar a Drácula el banco de sangre.