Una vez más el Presidente de la República protestó por los groseros comentarios que se expresan a través de las redes sociales. El reclamo sí ha lugar, como dicen los juristas. Los insultos, como forma de expresar desacuerdos, son las armas más nefastas a las que recurre el individuo cuando carece de argumentos o se siente impotente frente a una verdad que no desea admitir.
La red social es una realidad que se instaló en el mundo, en la región y en nuestro país. Es la consecuencia del desarrollo tecnológico que, como todo, tiene sus pros y sus contras. En una sociedad como la ecuatoriana, los individuos ya no salen a las calles a lanzar piedras, pero usan a Facebook y a Twitter como material de destrucción.
Hay alternativas, como por ejemplo la del Alcalde que, frente a tanto insulto, prefirió apagar o cerrar su cuenta Twitter y con eso evitar la distorsión de la crítica. Facebook, por ejemplo, es una red social mundial, no pertenece a diario El Comercio ni a ningún medio de comunicación nacional o latinoamericano.
El Presidente dedicó hace pocas semanas un espacio para referirse a un insultador anónimo identificado como Zenón Moreno. La única referencia a ese nombre en Google es la de un boxeador mexicano de poco lustre, hoy sometido al ostracismo. Lo más probable es que Zenón no existe.
Ahora aparece otro personaje, que también debe ser un anónimo, de nombre Fernando Hernández, quien, escudado en Facebook, denigró al Presidente, quien se merece respeto, no solo por ser una autoridad, también como persona, padre de familia, etc.
Pidió a la Secretaría Nacional de Inteligencia que investigue y a la Defensoría del Pueblo la posibilidad de presentar una demanda. Apoyo la moción señor Presidente porque esto nos permitirá a todos acudir a las mismas instancias para reclamar por las ofensas que también a diario recibimos los periodistas de personajes anónimos escondidos en las redes sociales.
La Constitución consagra la igualdad de derechos a todos y a todas, por lo tanto nuestras demandas también deben ser tomadas en cuenta. Señor presidente, que se investigue a un funcionario de segunda o tercera categoría que amenazó con convertir en ‘il castrato’ a @Polificción, padre de un pequeño niño.
La lista de amenazados es larga y aprovecho de solicitar a nombre de muchos colegas ofendidos que no use más la palabra corrupto cuando se refiera a los periodistas o a quienes trabajamos en medios de prensa.
El Diccionario de la Real Academia Española dice: Corrupto (ta): “Adjetivo del latín ‘corruptus’, que se deja o ha dejado sobornar, pervertir o viciar.
Dañado, perverso, torcido”. Horrible adjetivo señor Presidente porque afecta a mi familia y a la de muchos colegas. Pero totalmente de acuerdo en todo lo demás y apoyo con firmeza su propuesta de una campaña electoral sin ofensas para nadie.