Dentro de los componentes esenciales de un sistema democrático está el de la justicia, que conlleva la idea de que en una democracia se impartirá la misma justicia para todos, sin privilegios.
El Barómetro de las Américas, a fin de determinar el apoyo de la ciudadanía al sistema político democrático, hace una serie de preguntas relacionadas a sus elementos, como la justicia.
Una pregunta es: ¿Si usted fuera víctima de un robo o un asalto, hasta que punto confiaría en que la justicia castigue a los culpables? En 2019 el 29% de los entrevistados no confiaba en que eso suceda mientras que el 33% confiaba muy poco.
Para ahondar en el tema, el Barómetro hace otra pregunta: ¿Hasta qué punto cree usted que los tribunales de justicia del país garantizan un juicio justo? El 47% de la ciudadanía desconfía en que eso se cumpla. Finalmente, el 41% cree que los derechos de los ciudadanos no están protegidos por el sistema político del país.
Estos indicadores son preocupantes porque redundan en una desconfianza generalizada, tanto en el sistema político como en la misma democracia, que los ciudadanos dejan de considerar como una vía para lograr sus objetivos y cumplir sus metas. Además, influye en los bajos índices de confianza interpersonal que tenemos los ecuatorianos, justamente por el temor de que alguien pueda hacernos daño sin ser castigado.
La liberación de un sentenciado por cohecho y asociación ilícita a través de un recurso de hábeas corpus concedido en extrañas circunstancias, solo abona en un aumento en la desconfianza en la justicia, y por ende, en la democracia, lo que puede dar pábulo al aparecimiento de líderes autoritarios que ofrezcan mano dura y “meterle la mano a la justicia” nuevamente.
Flaco favor le ha hecho a la democracia y al país ese hábeas corpus, pero tiene que quedar claro que a pesar de haber sido liberado, Jorge Glas sigue siendo un convicto por cohecho y asociación ilícita, por más que se lo festeje como si de una declaración de inocencia se tratara.