Correa y el sistema de derechos humanos

En su reciente visita a Bolivia, el presidente Correa declaró que si hasta la próxima Asamblea General de la OEA -mediados de 2014- no se adoptan las propuestas que ha presentado para reformar el sistema regional de derechos humanos, consideraría retirar al Ecuador de dicho sistema.

Tanto en la organización mundial como en la regional, cada Estado es jurídicamente igual a los demás, tiene voz y voto y puede presentar propuestas que, sometidas al examen colectivo, son democráticamente aprobadas o negadas.

El Ecuador ha sugerido, desde hace más de dos años, tres reformas a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos: cambiar su sede actual en Washington; que la única fuente de financiamiento de la Comisión y sus órganos sea el presupuesto oficial; y que la Comisión no pueda aprobar medidas cautelares en defensa de los derechos humanos. Estas propuestas no han alcanzado el apoyo necesario para ser adoptadas.

El cambio de sede de la Comisión pudiera ser aceptable pero no es un tema sustantivo ni parece ser pragmáticamente viable. El presupuesto de la OEA es reducido porque los Estados miembros se esfuerzan por pagar lo menos posible, lo que induce a los órganos del sistema a buscar fuentes voluntarias de financiamiento para cumplir sus funciones con eficacia. Exigirles que trabajen exclusivamente con el presupuesto oficial -posición teóricamente correcta- equivaldría, en muchos casos, a volverlos inoperantes. Finalmente, disminuir las atribuciones de la Comisión en cuanto a las medidas cautelares no es fortalecer -como lo afirma Correa- sino debilitar al sistema regional de derechos humanos.

Como las instancias de la OEA a las que sometió sus propuestas no le dieron la razón, ahora Correa ha anunciado su posible retiro del sistema interamericano y ha otorgado al continente el plazo de un año para que venga sobre sus pasos y acepte los dictados de su empecinado criterio.

Un eventual retiro del Ecuador debilitaría al sistema de derechos humanos y sería un gravísimo paso contrario a la evolución que ha llevado al mundo civilizado, mediante una lucha larga, constante y dramática, a crear mecanismos de defensa de la dignidad del ser humano, mecanismos que no pueden estar sometidos a los caprichos políticos de un pasajero Jefe de Estado. Correa concibe a la Comisión de Derechos Humanos como el "nuevo imperialismo que se produce en el mundo".

Además, resulta ridículo, pretencioso y antidemocrático amenazar con retirarse del sistema porque los demás Estados o una mayoría de ellos no han aceptado las propuestas de reforma hechas por el Ecuador.

En los años tenebrosos de la guerra fría se acostumbraba jugar con los derechos humanos como arma política o instrumento de chantaje. Pretender ahora reproducir esos criticados tiempos es inaceptable y condenable.

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