Es muy probable que en los últimos años hayas entrado a tu hamburguesería favorita y vieras que había un gran cartel verde en la puerta que decía “Nueva hamburguesa de No-Pollo” o algo parecido, entonces simplemente pidieras tu clásica hamburguesa de carne con tocino y huevo; y es posible que esa acción nunca te hubiera llevado hasta la pregunta, ¿qué hizo falta para que esto llegue a mi boca? La respuesta es 2 400 litros de agua, 14 horas de trabajo de migrantes mal remunerados, 2,8 m² de tierra y la vida de al menos un animal, suficiente para replantearnos lo que comemos.
A pesar de que bastaría saber el sufrimiento que supone consumir animales, hay muchas otras razones para dejar de hacerlo. Es importante hacer consciencia del impacto que tiene en nuestra salud el comernos a otros animales, sobre todo actualmente ya que están llenos de antibióticos. Consumir alimentos de origen animal puede ocasionar problemas cardiovasculares a largo plazo y son mucho más pesados de digerir por lo que usan más de nuestra energía.
La ganadería, además, tiene un efecto ambiental negativo. No solo se gastan millones de galones de agua al año, también es una de las industrias que producen más gases de efecto invernadero, en este caso el metano, sin tener en cuenta toda la deforestación que hace falta para alimentar al ganado, lo que hace a la industria responsable del 91% de la destrucción del Amazonas.
Los trabajadores de mataderos sufren secuelas psicológicas tan graves que pueden orillarse a la depresión e incluso al suicidio. Mientras hay un problema de deforestación por la tierra que se necesita para producir toneladas de comida de engorde, alrededor de 10% de la población padece hambruna.
Este problema es más una responsabilidad industrial que personal, si bien es cierto que está en nuestro poder cambiar nuestros hábitos, lo que podría hacer una gran diferencia, no contamos con suficiente información sobre si los productos de origen animal son accesibles y además sostenibles.
Es necesario un cambio grande y se puede hacerlo demandando un cambio de productos, pero para eso hace falta que más gente incursione en una dieta a base de plantas: por el ambiente, por ti y por ellos.