Al igual que sucede hoy con la pandemia, durante la II Guerra Mundial se registró una escasez de materias primas que, entre otros productos, afectó al papel para imprimir periódicos. Según cuenta la historiadora argentina Adriana Petra, en esos años el precio del papel aumentó de tal manera que llegó a asustar a grandes empresas editoras y adquirirlo significó una verdadera aventura titánica.
Para El Comercio de Quito el problema inició en 1943, cuando su vespertino, Últimas Noticias, se convirtió en un diario hablado, transmitido por radio. Reapareció poco después, pero debió acoger en sus páginas de tamaño tabloide a El Comercio, y también a El Día –otro diario liberal que circulaba por entonces en la ciudad– que no podían mantener su tamaño de gran formato, privados del papel necesario. La situación empeoró en 1944, cuando a las restricciones de la guerra se sumó la decisión del presidente José María Velasco Ibarra de fundar el vespertino oficialista República, al que entregó la cuota de papel que originalmente le correspondía a Últimas Noticias.
Sin embargo, el momento más crítico sucedió en 1945 por “la ausencia absoluta de cooperación y la mala voluntad evidenciada en nuestro perjuicio”, según decía el diario en un editorial referido al tema. Ese año no solo que se interrumpió completamente la edición de Últimas Noticias sino que El Comercio se redujo de catorce a cuatro páginas y disminuyó su impresión a unos pocos miles de ejemplares hasta llegar, finalmente, apagar sus máquinas y dejar de circular, medida que solo duró un día, gracias a la solidaridad de los diarios El Día, El Telégrafo y La Prensa, que le proporcionaron bobinas de papel para que pudiera volver a imprimirse.
Este tipo de presiones no son poco comunes en la historia del periodismo. Hace unos días la BBC daba cuenta, en base a documentos desclasificados, de la operación secreta británica que operó contra el diario El Nacional de Venezuela a inicios de la década de los sesenta, hasta casi llevarlo a la quiebra y obligar a la salida de su director, en 1963. En medio de la Guerra Fría, la inteligencia británica intervino contra el medio por considerarlo comunista, en momentos que el cercano triunfo de la Revolución cubana hacía temer a las potencias mundiales que una situación similar se replicara en otros lugares de América Latina.
Como estos casos pueden evidenciar, la prensa está atada a condiciones materiales concretas que afectan su circulación, cosa ha sido utilizada por el poder político reacio a la crítica para evitar la opinión o la investigación periodística. Por ello, uno de los principales retos del oficio es no depender de la publicidad del Estado, que lo presiona para ejercer un periodismo de tipo oficialista que, por censura o autocensura, se vuelve complaciente con el poder, en contra de su función original: expresar con libertad las voces la sociedad civil respecto de la institucionalidad estatal.