El sistema de elecciones primarias en el Ecuador establecidas desde la Constitución y la ley merecen un solo calificativo: son una farsa.
Se cumplen con las disposiciones legales solo en la forma: una asamblea, un secretario y un timbre. Como se decía en épocas pasadas para confirmar la existencia de un partido político: todo podría faltar, menos el timbre.
Un gran debate jurídico se ha producido luego de que el Consejo Electoral permitiera que los binomios de Andrés Arauz y de Yaku Pérez sean inscritos. En el primer caso el impedimento era insalvable pues nunca existió un nombre para la vicepresidencia; por tanto, tenía que aprobarse la subrogación de alguien que nunca fue inscrito. En el de Yaku Pérez podía, con tolerancia, permitirse la inscripción.
En este proceso se presentaron situaciones imprevistas pero positivas para el orden institucional como el pacto electoral Creo – PSC, pero también insólitos hechos como la probabilidad de que dos candidaturas con evidentes opciones de triunfar irrespetaran con premeditación las exigencias legales como inscribir a un binomio incompleto por falta del candidato a la Vicepresidencia, falsedad de identidad del candidato presidencial o no subsanar a tiempo el problema de la vicepresidencia. Estas faltas fueron perdonadas por el CNE alegando el supremo derecho a la participación. En base a tal principio debieran eliminarse todos los demás requisitos salvo el de la comprobación de la edad y la identificación para efectos de poder elaborar la papeleta.
Lo grave es que, frente a los insólitos hechos del otro lado, es decir del pacto Creo-PSC existe una apatía desconcertante frente a la gravedad y dilemas de la situación. Si eliminaban a los infragantes surgían las amenazas de que los excluidos fueran una fuerza de insubordinación desde el primer minuto del próximo gobierno; luego, ya aceptados, otro dolor de cabeza. Frente al resultado de la primera vuelta los segundos y terceros puedan sumar, sin que las apáticas y aburridas tiendas del pacto PSC-Creo, declaren un estado de emergencia y prendan todas las alarmas.
Este extraño proceso electoral marcado por los errores legales mayúsculos de dos importantes binomios y la abulia en el otro, revela el campo minado que deberá superar el ciudadano ecuatoriano al momento de votar y que puede políticamente en una segunda vuelta escoger entre dos frentes coaligados.
En los países donde rige este procedimiento, como el ballotage francés, la tercera fuerza excluida por la matemática electoral es muy importante. Puede sumarse, a una de las dos clasificadas y ganar o dispersarse.
Tratándose en nuestro medio de caricaturas ideológicas y políticas se puede pronosticar- libertad de opinión- que la primera probabilidad sea la tendencia de derecha, aunque está dejando llenar los espacios de la democracia participativa de otras candidaturas; en consecuencia, la segunda candidatura que clasifique puede lograr competir en una final hípica.