Con apenas cerca del 7% de votos, José Túarez fue elegido miembro del Consejo de Participación Ciudadana, en cuya presidencia, sus extravagancias, vanidad, prepotencia y ambiciones le han descalificado ante el país entero.
Los hechos han vuelto a demostrar que las elecciones, por sí solas, no garantizan la democracia. En un reciente libro, Van Reybrouck sostiene que las votaciones confieren legitimidad, pero no necesariamente eficacia, mientras el autoritarismo, carente de legitimidad, puede ser eficaz.
El problema radica en que, democráticamente, cada ciudadano tiene un voto con el que expresa su voluntad. Sin embargo, no todos conciben de la misma manera los intereses nacionales, muchos los subordinan a los propios y, además, hay casos en los que la ciudadanía no conoce suficientemente la sustancia de lo que se le consulta, todo lo cual puede llegar a deslegitimar los resultados. Las masas son propensas a decidir movidas por sentimientos más que por análisis bien fundamentados. El resultado de este imperfecto sistema democrático es que, frecuentemente, los pueblos se equivocan y eligen, hoy como ayer, aquí como allá, a ignaros tiranos.
El populismo, cuyos tentáculos se observan no solo en América sino en todas las geografías, saca partido de esta realidad para llegar al poder y, una vez en él, usa los instrumentos de la democracia para destruirla y sustituirla por autoritarismos ilegítimos e ineficaces.
La Confederación Suiza ha celebrado más de 150 consultas populares, que no han sido jamás cuestionadas, pero su Corte de Justicia acaba de anular el resultado de una consulta por considerar que “los ciudadanos no pudieron formar su opinión ni expresarla de manera correcta”, por no haber recibido información suficiente y transparente. ¿No es verdad que, dadas las complejidades, oscuridades y novelerías de las últimas elecciones y carente de suficiente información sobre ellas, la ciudadanía ecuatoriana se vio obligada a votar con los ojos vendados? De ese tipo de consulta emergió Fray Tuárez quien, con apenas el 7% de votos, pretende conducir la nave del Estado en los mares procelosos que ahora navegamos!
La creación del Cpccs fue parte de una maniobra política para asegurar el control total del Estado y carece de legitimidad democrática. Su actual objetivo parecería ser crear una discusión jurídico-política cada vez más compleja para facilitar la llegada de un “pescador a rio revuelto”.
Es indispensable adoptar medidas urgentes para eliminar ese peligroso engendro. Si la democracia, defectuosa como es, puede ser herida por autoritarismos nacidos de decisiones populares, ¡cómo podría serlo menos por Fray Tuárez Primero quien pretende tener en sus manos, en calidad de cetro, a ese extraño artefacto jurídico creado para dirigir imperios!