Michael J. Boskin-Project Syndicate
Hace varios años predije que se produciría un cambio tectónico hacia la transferencia de poderes, la secesión y la independencia en todo el mundo debido al fracaso de las instituciones políticas en la administración de las diferencias económicas, culturales, étnicas y religiosas.
Claramente, las instituciones económicas y políticas supranacionales han ido generando una reacción contraproducente, a medida que concentraban más poder en los gobiernos centrales. En muchos países, los ciudadanos han comenzado a sentir que se está socavando su soberanía. Y les ha preocupado que los costes de una creciente inmigración fueran demasiado altos, considerando la lenta recuperación a partir de la Gran Recesión, el débil aumento de la productividad y la menguante proporción de la mano de obra en el ingreso.
Desde entonces, el Reino Unido ha decidido retirarse de la Unión Europea. Ya están en curso las negociaciones de “divorcio” para determinar cuánto pagarán los británicos a la UE y cómo serán las futuras relaciones de comercio. El proceso no ha sido fácil, porque a los negociadores de la UE les preocupa el que, si los términos de la salida son demasiado generosos, otros estados miembros puedan seguir el camino británico.
Mientras tanto, bajo el Presidente Donald Trump los Estados Unidos se han retirado de la Asociación Transpacífico y abandonado la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión con la UE. Ahora amenaza con retirarse del Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio a menos que México y Canadá hagan concesiones.
En España, el 1 de octubre la región semiautónoma de Cataluña celebró un referendo en el que, se estima, hubo una participación de un 43% de los catalanes, que votaron abrumadoramente por la independencia. Tras su declaración por parte del Parlamento catalán, el Gobierno Nacional español invocó una cláusula constitucional para asumir el control administrativo de la región, agravando más todavía la crisis.
Para no ser menos, más de un 90% de los votantes en los referendos recientes en Lombardía y Véneto, las dos regiones italianas más ricas, votaron a favor de un mayor control sobre el gasto local en educación e impuestos.
Ciertamente pensaban en la masiva deuda pública italiana y los subsidios a las regiones más pobres. Pero Giuseppe Garibaldi, el general que unió las ciudades estado del país a fines del siglo diecinueve, debe estarse remeciendo en su tumba.
En otras tierras, el Gobierno Regional del Kurdistán en Iraq, tras celebrar un referendo de independencia a fines de septiembre, está intentando negociar con el Gobierno Central en Bagdad, que ha enviado tropas para ocupar los campos petrolíferos de la región.