No parece que triunfa, pero al final lo alcanza. No tiene la figura, los recursos ni la experiencia de los rivales, pero en los escrutinios finales es el ganador. Los teóricos deberán saber si es el fruto del capricho popular, del hastío que produce elegir a los mismos sin resultados o es la venganza con que suele aparecer el voto vergonzante. No es un ganador, pero gana. Se descuida la competencia confiada en los auto designados, sus recursos, la herencia o el espejo.
Es necesario, advertir que, salvo los herederos de dictaduras de personajes o de grupos, los candidatos sucesores – pues no llegan a ser gobiernos electos – son frustrantes o destrozas. Así se ha demostrado con la reciente experiencia peruana que evidencia que el descalabro puede venir desde cualquier lado ideológico, pues el pueblo no elige en la actualidad por esas añejas estatuas del museo de la Guerra Fría, sino por motivaciones e impulsos políticos. El pueblo en las latitudes de América Latina, en estos tiempos, no suele seguir la senda de los “destinos manifiestos” y hasta prefiere la la impronta del populismo. Sabe el riesgo, pero los prefiere a lo s engreídos del capital
Aunque los candidatos carezcan de pedigrí, antecedentes históricos o sociológicos surgen cuando la anomia política y por eso, equivocadamente muchos creen que ser candidato y triunfar pues así lo afirma diariamente el espejo de la habitación.
De esta terrible constancia histórica sale el chiste que se cuenta que en situaciones familiares cuando la compañera o compañero luego de los primeros meses, tiende a parecerse cada vez a un chimpancé,
Los que persisten con fe en sus novatas candidaturas describirán que algunos os sorpresivos triunfadores no nacieron solos. Jaime Roldós lo fue teniendo a sus espaladas al líder prohibido por los militares de la dictadura Assad Bucaram. Fabián Alarcón nunca llegaría sino formaba parte de la camioneta manejada por los social cristianos. Lucio Gutiérrez empezó en las calles quiteñas con la fuerza que significa la alianza indígena militar. Los vicepresidentes que llegaron nacieron del vientre luego de la cesárea practicada a los presidentes derrocados.