Una de las definiciones científicas indica que es un pigmento biliar de color amarillo oscuro que se encuentra en la bilis y que es el resultado de la descomposición normal que hace el hígado de las células de glóbulos rojos. Es también una pegajosa canción que suena en las radios y en la televisión desde hace dos décadas; la puso de moda un cantante dominicano de nombre Juan Luis Guerra, o sea, es música popular, que es del agrado de la mayoría de la población latina.
La canción consta en el repertorio que anuncia la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador (OSNE) en el boletín: ‘Música clásica, pop, latinoamericana y ecuatoriana en dos conciertos de la OSNE’. Además música de Mozart, Beethoven, Brahms, Johan Strauss y…
No me atrevía a decirlo, bueno también Michael Jackson, Pérez Prado y algunos compositores nacionales. Debo aclarar que no tengo nada en contra de la música nacional, me fascina el dúo Benítez-Valencia, los Miño Naranjo, Carlota Jaramillo y el inolvidable Julio Jaramillo.
Aclaro que a la OSNE la he apoyado siempre, pero esta vez me van a disculpar que no asista a ese programa que mezcla géneros musicales, lo clásico con lo popular, lo nacional con el pop, etc. Nada tampoco contra el Director que escogió ese repertorio y apoyo su libertad para seleccionar lo que crea conveniente, yo mi libertad de no estar de acuerdo.
Con la mayor consideración para los organizadores, tampoco estoy de acuerdo en que se toque apenas un movimiento de sinfonías tan bellas como la 40 de Mozart o la 5 de Beethoven.
Insisto otra vez, seguiré apoyando a la querida Sinfónica Nacional, es más, anoto aquí que este concierto será el jueves a las 20:00 en la iglesia de La Magdalena y al día siguiente, a la misma hora, en la iglesia San Juan Bosco del barrio la Kennedy, en el norte de la capital.
El público debería asistir, es un esfuerzo que hace el Estado por masificar la música sinfónica y también la Orquesta por tratar de cumplir con la Ley de Comunicación que señala igualdad de oportunidades para lo nacional frente a lo extranjero.
Libertad y respeto, bien, pero jamás podrán convencerme de cambiar mis preferencias musicales tan conservadoras, ni de evolucionar hacia lo pop o hacia lo popular como la bilirrubina, que para mi seguirá siendo un indicador para los médicos que se analiza en los laboratorios químicos y bacteriológicos.
Por suerte hay buenas noticias para los amantes de la música clásica o académica en su estado puro. Me informaron que el 20 de julio se presenta en el Teatro Nacional Sucre la Orquesta Filarmónica de Bogotá, que dirige el maestro Enrique Arturo Demiecke. Y tomen nota de lo que va a tocar: Sinfonía 5 de Gustav Mahler, una obra que tiene cinco movimientos y que reúne todas las pasiones y obsesiones del compositor como la muerte y el amor. Con esta noticia ya se me estabilizó la bilirrubina.