
El minado de bitcoin implica gran consumo de energía. Foto: Pixabay.
El mundo virtual pasa factura al ambiente

Una de las historias más curiosas en el mundo de las grandes empresas tecnológicas vio la luz el 2009. Google, desde entonces ya uno de los gigantes de la Internet, hacía noticia por utilizar chivos para cortar su césped.
La iniciativa no era un simple capricho de un joven y desgarbado CEO en Silicon Valley: en mayo de ese año, Google publicó en su blog que se trataba de una estrategia empresarial que estaba siendo evaluada como una alternativa para reducir su huella de carbono.
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Mientras que algunas empresas tecnológicas toman un acercamiento más responsable hacia el manejo de su uso de energía, otro tipo de tecnologías caen en el lado negativo del espectro.
Bitcoin es un ejemplo claro de este contraste. Alex De Vries, analista económico holandés, ha sido uno de los más contestatarios al levantar las alertas al respecto, desde su blog: Digiconomist.net. Allí, De Vries ha escrito varios artículos explicando el costo energético a escala global que implica la generación y el minado de bitcoins. De estos reportes se han hecho eco el NY Times, la revista Forbes, Bloomberg y más. Él explica que una transacción de bitcoin ocupa la misma cantidad de energía que consumen nueve hogares en 24 horas.
¿Por qué el bitcoin demanda tanta energía?
Para que un bitcoin pueda ser generado y completado, un complejo algoritmo matemático debe ser resuelto. A este proceso se lo conoce como la ‘minería de bitcoin’.
La idea detrás de la creación de esta criptomoneda es que, mientras más personas se unen a la red global de minado, el algoritmo se vuelve más y más complejo.
En el 2009 se podía minar bitcoins con computadores de alto rendimiento. Hoy en día son necesarios cuartos enteros de servidores o ‘data centers’ para poder resolver los complejos algoritmos.
Cuando alguien comienza a invertir dinero real en criptomonedas, lo que en el fondo está haciendo es aportando dinero para mantener el funcionamiento de los centros de cómputo que se dedican a esta minería.
Una de las grandes ventajas que se le atribuyen al bitcoin es el hecho de que se trata de una red descentralizada, que no depende de las regulaciones de ninguna entidad bancaria, de ninguna empresa o de ningún gobierno en particular.
Esa agilidad financiera tiene una cara negativa: así como nadie puede regular el intercambio de bitcoin, excepto los miembros de la red de monedas virtuales, no existe nadie que regule el consumo energético requerido para el minado.
Es, justamente, lo contrario de lo que ocurre con las empresas globales. Aunque para su funcionamiento estas utilizan enormes recursos energéticos, algunas han implementado normas que mitigan en algo el uso de su energía.
Uno de los mejores ejemplos de esto es Apple. Según un reporte de la organización sin fines de lucro Greenpeace, la empresa tecnológica es la que está ganando la carrera hacia el objetivo de tener una ‘Internet verde’ o, dicho de otro modo, más amigable con el ambiente.
Mientras que algunas de las principales empresas de tecnología del mundo han sido transparentes respecto del uso y consumo de energía que realizan, otras han entregado información limitada sobre su manejo energético. Con la información disponible, Greenpeace ha desarrollado un Índice de Energía Limpia que mide el porcentaje de energía limpia que las empresas usan en sus instalaciones para proveer de sus servicios.
Del informe se desprende que un 83% de los recursos energéticos utilizados por Apple provienen de energías renovables. En el caso de Facebook, lo hace en un 67%; Google, en un 56%. La organización ambientalista señala que Apple ha sido también de las empresas más transparentes en el momento de entregar información detallada sobre el consumo energético que es necesario para proveer de sus servicios.
Otra empresa que se destaca en el informe es Facebook. Greenpeace dice que la firma de la red social se ha empeñado en construir sus ‘data centers’ en lugares donde se pueda asegurar una producción de energía renovable, e incluso ha puesto esto como un requerimiento contractual en la construcción de varios de sus centros de datos. Google por su parte, se ha puesto como objetivo triplicar la cantidad de energía renovable que utiliza actualmente hasta el año 2025.
Pero no todo es color de rosa en la nube tecnológica. En el lado bajo de las calificaciones se encuentran compañías como Amazon. Greenpeace asegura que esta empresa ha sido de las menos transparentes al publicar sus resultados sobre el uso de energía. Sus reportes han sido escasos, con información general y no han entrado en detalle, como otras compañías, según el informe.