El panorama electoral tras la primera vuelta del 9 de febrero marca el rumbo de la contienda presidencial en Ecuador. Daniel Noboa y Luisa González se enfrentarán en la segunda vuelta, en un escenario de alta polarización y con un electorado dividido en las elecciones 2025.
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Los resultados de la primera fase revelaron que la disputa se centrará en la capacidad de los candidatos para atraer a los indecisos y consolidar alianzas, aseguraron expertos. Además, el rol de los partidos que quedaron fuera y el impacto del debate presidencial será un factor clave en la definición del próximo mandatario.
Según los analistas, la segunda vuelta estará determinada por estrategias de campaña más afinadas y una mayor movilización de bases. La fragmentación política y el peso del correísmo influyen en la disputa, lo que obliga a Noboa y González a diseñar tácticas para captar apoyos.
En este contexto, las alianzas con fuerzas políticas y el desempeño en el debate serán elementos determinantes en la decisión final del electorado.
Un escenario político polarizado en la contienda electoral de Ecuador en la segunda vuelta
Patricia Enríquez, catedrática de comunicación política, señala que la contienda se desarrolla en un ambiente volátil e incierto. Con dos meses de campaña por delante, cualquier giro inesperado puede modificar la dinámica electoral.
Para Enríquez, los candidatos deben perfeccionar sus estrategias de comunicación y enfocarse en captar el voto de los indecisos y de quienes optaron por el voto nulo o blanco en la primera vuelta. Ignorar a este grupo sería un error estratégico que podría costarles la elección.
Eduardo Alfonso Toledo, analista político, coincide en que la polarización ha aumentado en esta elección. Toledo explica que las dos principales fuerzas políticas concentraron más del 87% de los votos, lo que deja poco margen de maniobra para otros actores.
Además, sostiene que los votantes estarán atentos a las decisiones de los candidatos en temas clave, como la economía, la seguridad y la gestión de alianzas políticas.
Estrategias y alianzas en disputa
Para Enríquez, el voto indeciso será determinante en la segunda vuelta, lo que obliga a los candidatos a implementar estrategias duales. Por un lado, el contacto directo con la ciudadanía es clave para generar confianza y mostrar cercanía.
Sin embargo, advierte que este acercamiento debe ser genuino, evitando discursos vacíos que no conecten con la realidad de los votantes. Además, considera que las redes sociales serán un campo de batalla fundamental, aunque su efectividad dependerá de la coherencia en los mensajes y la credibilidad que proyecten los candidatos.
Toledo resalta que las campañas digitales han sido efectivas para consolidar a las bases, pero no necesariamente para atraer nuevos votantes. Según Toledo, Noboa y González deben analizar los errores de su campaña previa y corregirlos.
En su opinión, la clave no está solo en la presencia en redes, sino en ofrecer planes concretos y factibles para convencer a los indecisos. También destaca que Pachakutik, aunque no es una de las fuerzas principales, puede jugar un rol decisivo en la segunda vuelta, por lo que su respaldo podría inclinar la balanza.
Pablo Rosales, analista político, menciona que la estrategia de cada candidato debe enfocarse en generar confianza y credibilidad ante los votantes.
Según Rosales, la incertidumbre electoral puede jugar en contra de ambos aspirantes si no logran transmitir un mensaje claro y coherente. Además, advierte que la falta de una narrativa consistente podría restarles apoyo en sectores estratégicos del electorado.
Rosales también resalta que las alianzas políticas serán determinantes en la configuración del nuevo gobierno. Para él, la fragmentación de la Asamblea Nacional hace que ningún partido tenga una mayoría clara, lo que obligará al futuro presidente a negociar constantemente para asegurar gobernabilidad.
En este sentido, considera que los acuerdos que se establezcan antes de la segunda vuelta podrían definir el tono de la próxima administración.
Factores que definirán la elección el próximo 13 de abril
Enríquez sostiene que el correísmo mantiene una base de apoyo considerable y ha superado su techo histórico en estas elecciones. Considera que el clivaje correísmo–anticorreísmo es determinante, pero no suficiente por sí solo para definir el resultado.
En este contexto, la construcción de alianzas y el desempeño en el debate presidencial serán cruciales para consolidar los apoyos y persuadir a los votantes indecisos.
Toledo refuerza esta idea al señalar que el correísmo sigue siendo una fuerza política con gran influencia. Para él, el rechazo al correísmo no garantiza una victoria para Noboa, ya que el desenlace dependerá de la estrategia que utilicen ambos candidatos para negociar acuerdos y proyectar una imagen de liderazgo.
Además, advierte que el discurso de confrontación podría perjudicar a los candidatos en lugar de fortalecer sus campañas.
Gobernabilidad y estabilidad política
Enríquez advierte que el próximo gobierno enfrentará desafíos significativos en términos de gobernabilidad. La Asamblea Nacional estará fragmentada, lo que obligará al Ejecutivo a negociar constantemente para avanzar en su agenda.
Destaca que, aunque el candidato ganador podría contar con una mayoría relativa, esto no le asegurará gobernabilidad si no logra consolidar alianzas estratégicas.
Toledo plantea dos escenarios posibles. En el primero, el partido que gane la segunda vuelta y logre acuerdos con la tercera fuerza política podría controlar la Asamblea y gobernar con relativa estabilidad.
En el segundo, la oposición podría consolidar una mayoría en el Legislativo, dificultando la gestión del Ejecutivo. Para Toledo, el éxito del próximo gobierno dependerá de su capacidad para construir consensos y mantener alianzas a largo plazo.