La trigésima victoria de Sebastian Vettel en Fórmula 1, el pasado domingo en el circuito de Nürburgring, fue también la que le permitió romper el ‘maleficio’ de no ganar en su país, ante su público.
Por primera vez en sus siete temporadas en la máxima categoría, el tricampeón mundial recibió la ovación de sus seguidores desde el escalón más alto del podio.
Vettel escuchó con alegría como sus compatriotas entonaban el Himno alemán durante la ceremonia de premiación, para después festejar emotivamente su logro.
Pero, además de los resultados de la jornada, el piloto de Red Bull tenía más razones para celebrar, pues se ubicó a una victoria de igualar a Nigel Mansell como el quinto piloto más ganador en la historia de la F1 y a dos de su archirrival Fernando Alonso como el cuarto.
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Si se toma en consideración que a la temporada actual aún le quedan 10 carreras por disputarse, que Vettel suma cuatro triunfos este año y que su equipo se muestra como el único capaz de evolucionar el vehículo para optimizar su desempeño en cada nueva cita, ya debe estar pensando en que su potencial tetracampeonato vendrá aderezado con la pulverización de algunos nuevos récords.
Los rivales, por su parte, no alcanzan un nivel de desarrollo que les permitiera amenazar la hegemonía de la escudería austríaca.
Exceptuando el abandono en Gran Bretaña por un problema en la caja de cambios, Vettel exhibe un cuarto puesto en China y España como sus peores ubicaciones en el 2013. Esa regularidad le permite afianzarse en la punta del campeonato con 157 puntos, 34 más que Fernando Alonso, el segundo mejor clasificado.
Por otro lado, la inclusión de una cinta de Kevlar en reemplazo de otra de acero en los neumáticos traseros Pirelli devolvió la confianza de los pilotos y garantiza el espectáculo en lo que resta del año.